Parece ser que hoy en día basta con ser coreano, iraní, armenio o de algún otro país insignificante culturalmente para que cualquier bodrio que produzcas sea aclamado por la crítica erudita como interesantísima obra de arte.
El bodrio éste, que como bien apunta The Guardian, parece haber sido en una servilleta una tarde de borrachera entre un par de estudiantes, no de cine, sino de la ESO, no aporta nada, no explica nada, no conmueve nada, no divierte nada, y aburre mucho. No solo por repetir la misma historia tres veces, con írrelevantes variaciones, es que una sola ya aburre.
Las dificultades idiomáticas añaden un plus de estupidez al conjunto, resultando unos diálogos de la profundidad y matices que puede desarrollar un alumno de "aprenda inglés en 2 semanas".
La señora Huppert pasa por ahí como diciendo a mí me pagan por decir esto y yo lo digo, aparte que tiene edad ya para hacer papeles de abuelita marchosa y no de amante apasionada.