El gran error de la promoción (y de la posterior aceptación del público) de esta película se encuentra, como algunos ya han comentado, en el enfoque que se le ha dado, presentándola como una película de terror. El director no deja de hacer lo que ya ha hecho anteriormente: hacer flotar nuestra imaginación con historias ficticias que ocurren en nuestra supuesta realidad. En el Sexto Sentido mezclaba nuestro mundo con el de los muertos, en El Protegido con el universo del comic, en Señales nos invadían los extraterrestres, en El Bosque nos hablaba de la existencia de una comunidad un tanto especial y aislada del mundo real y de nuevo, con una notable maestría, Shyamalan adapta en La Joven del Agua el cuento que explica a sus hijas antes de dormir en un contexto más peculiar: un conjunto de apartamentos con múltiples personajes y una piscina comunitaria. No obstante, la película no deja de ser eso, un cuento. Por eso, les aseguro que si la ven con los ojos de un niño y no como los de un espectador que espera una película terrorífica, no hay duda que disfrutarán.