Wilder nos regala la que es tal vez, la película más realista sobre el crudo mundo hollywoodense. Gloria Swanson encarna de manera gloriosa a la estrella decadente y patética y William Holden la complementa como el pobre diablo con suerte más astuto de todos.
Wilder nos lleva a través de un viaje psicótico y denigrante, haciendo que odiemos a la protagonista al mismo tiempo que nos compadecemos de su triste existencia. Creando así a uno de los mejores personajes de la cinematografía. Y para rematar, nos regala uno de los mejores finales de la historia: el descenso a la total oscuridad de Norma Desmond y su triste close-up que nos deja ver su mirada enfermiza y muerta de soledad. Magistral.