Quien más y quien menos ha estado alguna vez compartiendo piso de alquiler o ha tenido a alguien cercano que lo haya hecho, constituyendo una fase de nuestras vidas sobre las que seguro que se acumulan multitud de experiencias y anécdotas de todo tipo, desde mundanas a fraternales. Pues bien, ahora imagínense por un momento que quienes comparten vivienda en lugar de ser estudiantes o compañeros de trabajo son vampiros de diversas épocas. Así es ‘Lo que hacemos en las sombras’, divertida, extraña, curiosa y muy sorprendente.

Bajo el formato de falso documental, esta pequeña producción neozelandesa dirigida y protagonizada por Taika Waititi (ahora Cohen) y Jemaine Clement seguro que provocará la sorpresa del espectador por su fresca fórmula y lo ingenioso de su propuesta.

‘Lo que hacemos en las sombras’ narra cómo un cámara se adentra en una casa compartida por cuatro vampiros durante su preparación para la gran fiesta anual. Así conoceremos a Viago (Taika Waititi), Deacon (Jonathan Brugh), Vladislav (Jemaine Clement) y Petyr (Ben Fransham), cuatro variopintos vampiros que mostrarán su día a día en la casa y fuera de ella, revelando su manera de adaptarse al mundo de los mortales y sus diferentes maneras de actuar. Durante la grabación del documental todo dará un giro cuando uno de los cuatro convertirá a un humano en vampiro, teniendo así que instruirlo en su recién estrenada vida eterna.
Si hay un término que se puede ajustar perfectamente a la hora de definir el film éste podría ser el de diferente u original. ‘Lo que hacemos en las sombras’ es un film fresco que sorprende por su formato y por lo divertido de sus situaciones, donde se ríen y utilizan todos los clichés y defectos que arrastran la mayoría de películas que se engloban en este subgénero cinematográfico. El film es una comedia vampírica alejada de convencionalismos que recibió premio en el pasado Festival de Toronto (Midnight Madness), fue premio del público en el de Sitges y estuvo presente en el de Gijón. Una película de la que la mayoría de los espectadores hablan al salir de las salas y tardan en olvidar. Normalmente, un buen indicativo. El carácter de semi experimental y su formato cámara en mano de falso documental añade ese aspecto de andar por casa que funciona tan bien para una producción tan pequeña y con tan pocos recursos. Resulta interesante presenciar esas peleas de ‘gallos’, la forma de ligar, las relaciones con los licántropos…etc. Atractiva, de recursos muy bien aprovechados y con –sobre todo– un notable montaje.

Si bien la película sorprende y agrada, es cierto que no mantiene su nivel a medida que pasan los minutos, algo lógico tras la pérdida del notable factor sorpresa. A pesar de que como digo, su visionada baja con los minutos, el film se completa con simpatía y aporta momentos muy divertidos. No llega a hacerse pesada gracias a su corto metraje de 86 minutos. Recomendable y sorprendente.

Lo mejor: La primera media hora es hilarante. Es fresca y sorprendente. La inquietante presencia de Stu.
Lo peor: Se hace algo redundante. Los pocos minutos de Petyr.

Valoración:
Banda sonora: 6
Fotografía: 6
Interpretación: 6,5
Dirección: 8
Guion: 8
Satisfacción: 7
NOTA FINAL: 6,9

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