Pistones, válvulas, gasolina, velocidad, olor a goma quemada. Mucho de esto encontramos en “Rush”; pero también competencia, rivalidad, amor y en el fondo necesidad mutua.
Una película dirigida por Ron Howard ( que de primeras podría no interesar a todos aquellos a los que no les atraiga especialmente la Formula 1, como es mi caso, pero que se encontrarán con una auténtica joya. Una cinta que aúna de manera sublime técnica y precisión en el rodaje (el montaje es inteligentísimo), con una guión redondo a cargo de Peter Morgan (“Frost contra Nixon”), con gran fotografía, vestuario y maquillaje, excelentemente narrada y con unos efectos de sonido y una música a cargo de Hans Zimmer extraordinaria. Además el casting me parece acertadísimo, con un Chris Hemsworth en su mejor papel poniéndose en la piel de James Hunt, y un Daniel Brühl perfecto (¿Posible nominación a la vista?) en su interpretación de un tímido y perfeccionista de la rata, Nikki Lauda.
“Rush” es la historia de rivalidad de dos pilotos, pero también la confrontación de dos mundos opuestos, de dos maneras de entender la vida y la profesión, de dos personas que a través de la rivalidad alimentaban su competitividad, y que se hacían necesarios el uno al otro como el yin al yang, como el blando al negro para tener sentido. Por un lado el británico (Belmont, 1947) James Hunt (Hemsworth), el clásico guaperas al que la vida le funciona a base de excesos y temeridad: alcohol y sexo, y que interpreta la vida como una manera de disfrutar de las oportunidades que se le presentan, sin freno. Por otro lado Lauda (Brühl), un austríaco (Viena, 1949) de familia rica que decide dedicarse a las carreras en contra de la voluntad de su padre, y que es metódico, estricto, calculador y concienzudo. Algo que también se ve reflejado en las relaciones sentimentales de cada uno, la modelo Suzy Miller (Olivia Wilde) por el lado británico de Hunt, y Marlene Knaus (Alexandra María Lara) por el austríaco de Lauda.
En “Rush” Howard nos muestra todo lo acontecido desde el año 70, cuando ambos pilotos se enfrentan en una carrera en Formula 3, hasta el 1976 (tanto en las pistas como fuera de ellas) probablemente uno de los años más luchados y más ajustados de la historia de la Formula 1, y que alcanzó el nivel de épico tras el accidente que Lauda sufrió en el Gran Premio de Alemania y por el del espectacular final de temporada en Japón.
Pero lo cierto es que, si la historia de lo sucedido aquel año es espectacular, no lo es menos como está plasmado en la gran pantalla. La recreación de la década de los 70 es perfecta, con los coches de la época, los monos de los pilotos, la manera de entender las carreras y sus normas en aquella época, además de la maravillosa técnica que ha desempeñado todo el equipo en rodar y filmar las carreras, con planos a pie de pista, imágenes desde dentro del vehículo, césped levantándose al pasar el coche delante de nuestras narices, como la lluvia podía caernos prácticamente sobre nuestras cabezas. Howard ha conseguido que casi sintamos el olor a gasolina mientras estamos plácidamente sentados en nuestra butaca. Algo que se disfruta durante los 123 minutos que dura la película y que pasan igual de rápido que los bólidos por la línea de meta, y a pesar de la ligeramente forzada escena final (permitamos alguna licencia).
Para mí una de las mejores películas del 2013 y seria candidata para aparecer en alguna de las categorías de los próximos Oscars. Veremos que sucede más adelante, pero de momento disfrutemos de “Rush” como se merece, acudiendo a las salas de cine a no perdernos ningún detalle. He dicho.
Valoración: 8

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