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Voto de Sergio Berbel:
7
Comedia. Drama Provincia de Buenos Aires, fines del 2001. Un grupo de amigos y vecinos pierde el dinero que había logrado reunir para reflotar una vieja cooperativa agrícola. Al poco tiempo, descubren que sus ahorros se perdieron por una estafa realizada por un inescrupuloso abogado y un gerente de banco que contaban con información de lo que se iba a desencadenar en el país. Al enterarse de lo sucedido, este grupo de vecinos decide organizarse y ... [+]
22 de diciembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En numerosas ocasiones, las cosas más grandes, comprometidas y profundas se cuentan de la manera más sencilla. Los grandes dramas se travisten de comedia. Logran simplificarse así para llegar de forma más sencilla y accesible al gran público. La lucha de clases se convierte en carcajadas para que cale más y mejor. El compromiso social se desprende de situaciones esperpénticas. Es lo que ocurre con la comedia argentina “La odisea de los giles” de Sebastián Borensztein.

Y luego está Ricardo Darín, un género cinematográfico en sí mismo, uno de los más grandes actores de la historia del cine, un genio, un superdotado, un monstruo devorador de la pantalla, el tipo que mejor interpreta al hombre medio cargado de razón y bondad que haya visto en todos los días de mi vida. Pon a Darín donde y cuando quieras encarnando a una buena persona de clase humilde y tendrás el triunfo asegurado. Él lo hará todo por muy mediocre que sea tu propuesta.

Esta historia de perdedores, de pobre gente de buen corazón que reúne dinero para fundar una cooperativa en su remoto pueblo argentino de Alsina, que deposita ese dinero en un banco y que lo pierde por la falta absoluta de escrúpulos de los banqueros ante el corralito, ante lo cual, deciden recuperar lo que es suyo pasando a la acción (delictiva, por supuesto), es tan divertida como comprometida socialmente, tan honesta como creadora de carcajadas, tan sincera como directa. NO es una obra maestra, pero entretiene que da gusto.

Con un estilo directamente heredado de “Relatos salvajes” de Damián Szifrón y ecos expresos tarantinianos, la violencia se recibe de forma jocosa como bálsamo de justicia. Ese inicio por el final, con un coche volando tras una violenta explosión en plano cenital como homenaje expreso y confeso a “Casino” de Martin Scorsese ya anuncia que al menos vamos a divertirnos. Y así es.

Cine sencillo sin grandes aspiraciones ni pretensiones más allá de hacer reír pero con dosis de inteligencia. Drama social travestido de comedia. Una buena apuesta segura, una atractiva propuesta para tiempos donde la revolución de los de abajo vuelve a ser más necesaria que nunca ante la incomodidad manifiesta de los de arriba. Pura justicia poética que a veces solo parece posible en el cine.
Sergio Berbel
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