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Voto de Sergio Berbel:
10
Aventuras. Drama. Bélico El Cairo, 1917. Durante la Gran Guerra (1914-1918), T.E. Lawrence (Peter O'Toole), un conflictivo y enigmático oficial británico, es enviado al desierto para participar en una campaña de apoyo a los árabes contra Turquía. Él y su amigo Sherif Alí (Omar Sharif) pondrán en esta misión toda su alma. Los nativos adoran a Lawrence porque ha demostrado sobradamente ser un amante del desierto y del pueblo árabe. En cambio, sus superiores ... [+]
17 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El británico David Lean es uno de los mejores cineastas que haya dado el cine mundial. Es imposible intentar conformar la historia del siglo XX a través del cine sin recurrir a su filmografía. De su mano nos hemos asomado a muchos de los acontecimientos históricos más importantes gracias a “Doctor Zhivago”, “El puente sobre el río Kwai”, “Lawrence de Arabia” o, para mí la mejor de todas ellas, “La hija de Ryan”.

Pero, más allá de la temática, lo que hace levitar al cinéfilo más exigente con la filmografía de David Lean es su esteticismo, la belleza hipnótica de sus imágenes, la poesía visual continua, nacida de un ser superdotado para crear arte en cada plano. Nunca nadie jamás ha retratado de manera más bella y apasionante el desierto como David Lean en “Lawrence de Arabia”, una obra maestra inconmensurable por su perfección y por su metraje de 222 minutos que nunca cansan ni se sienten estirados. Si yo quisiera mostrar la poesía visual desértica elegiría una y mil veces esta portentosa película.

Ya desde el comienzo se sabe distinta y con ansias de trascender para crear arte. Sus primeros minutos transcurren con la pantalla totalmente en negro mientras suena el tema musical principal del film, uno de los más importantes de la historia del cine y la obra cumbre de Maurice Jarre. Varios minutos de negro absoluto hasta que comienzan unos créditos espectaculares a través de un plano picado del protagonista preparando su moto para salir a la carretera. Desde ese preciso instante, sabes que lo que vas a ver pertenece a la historia del cine y que no se trata de una película más. En el colmo del atrevimiento provocador de Lean, el film presenta un intermedio y la segunda parte igualmente es inaugurada por la misma pantalla negra y la música de Jarre. Vuelve a hacerlo porque puede y porque quiere, porque es David Lean, uno de los más grandes.

Contiene la cinta otros dos momentos que están por derecho propio en los anales del cine: una de las más famosas elipsis jamás rodadas que llevan del protagonista apagando con los dedos una cerilla en El Cairo a su presencia en mitad del desierto; y la llegada desde la lejanía del horizonte del personaje de Omar Sharif, la presentación más bella de un coprotagonista que se haya visto nunca. La dirección de fotografía de Freddie Young es, simplemente, una de las más perfectas de toda la historia. Dicho sea de paso, una parte del film está rodado en lugares perfectamente reconocibles de Sevilla.

Y todo para contar una historia nada complaciente, en absoluto hagiográfica, cruda, certera y exacta sobre la presencia inglesa en territorio árabe durante la I Guerra Mundial, su forma de ayudar a los árabes a expulsar de su territorio a los turcos por su propio interés y el cinismo repugnante que las potencias coloniales europeas siempre han derrochado con las oprimidas colonias. Si uno lee entre líneas todo lo que regala el complejo guión de la cinta, encuentra la clave de bóveda de la perversión que supuso (¿supone?) el colonialismo. T.E. Lawrence se rebela contra ese colonialismo y abandera las ansias de libertad del pueblo árabe (o no del todo) pero, como la sinceridad del guión de Robert Bolt y Michael Wilson es aplastante, hasta el héroe tiene zonas oscuras e intenciones no siempre transparentes y se va desgastando con el tiempo y la megalomanía creciente.

Y apoyando todo ello, la interpretación de Peter O´Toole en el papel de su vida, encarnando al militar inglés T.E. Lawrence desde su juventud hasta su hastiada madurez. En la edición de 1962 la cinta obtuvo 7 Oscars, incluyendo, como no podría ser de otra forma, Mejor Película, Director, Fotografía y Música.
Sergio Berbel
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