“Historias de Nueva York” es un experimento a tres voces que, como todas las películas colectivas de episodios independientes, resulta irregular pero que toca techo precisamente en la encargada a Woody Allen, “Edipo reprimido”, una comedia surrealista y ultraterrena realmente desternillante, lo mejor de la función de calle.

La primera historia de Nueva York está dirigida por Martin Scorsese y se titula “Apuntes al natural”. Con pulso nítido, estilo marcado y movimientos de cámara potentes, Nick Nolte interpreta magistralmente a un pintor famoso y la tormentosa relación ¿acabada? con su discípula, una fascinante Rosanna Arquette en el mejor momento de su carrera. Ella da por terminada toda relación sentimental, él no, y la espiral personal-creativa los acaba succionando a ambos. Todo ello, como no podría ser de otra forma, acompañado de buenas dosis de rock´nroll de fondo.

La segunda historia, “Vida sin Zoe” es exactamente lo contrario, un cuento infantil intencionadamente (y excesivamente) naif dirigido por Francis Ford Coppola, y coescrito por una entonces adolescente Sofia Coppola. La historia de una pobre niña rica que vive con todos los lujos pero sin la presencia de sus ocupadísimos padres en una suite de un hotel de lujo de Nueva York es un pequeño cuento (demasiado) almibarado que esconde velada una narración profunda sobre el vacío de tenerlo todo, quizás trasunto infantiloide de la posterior obra maestra de Sofia Coppola, “Somewhere”.

La tercera historia, “Edipo reprimido”, sin duda la mejor, es la que firma Woody Allen, donde da rienda suelta a su vis cómica escribiendo, dirigiendo y protagonizando a un abogado de prestigio en Nueva York avergonzado por la conducta de su madre, hasta que un día ésta, cuando es seleccionada entre el público para un número de magia, desaparece realmente y comienza la paz y la felicidad para Allen. Con situaciones divertidísimas y humor negro marca de la casa, Allen se hace con el control de la película legando un broche de oro a una cinta irregular.