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Voto de Sergio Berbel:
6
Drama. Romance Una joven pareja se reencuentra 7 años después de haber roto. Llenos de inseguridades, frustraciones y sueños que no se han cumplido, deciden pasar un día juntos que poco a poco se convertirá en una excusa para reabrir las heridas que creían cerradas y ver si pueden dejar atrás su pasado para seguir adelante.
23 de enero de 2022
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“Siempre es otoño” es una película modesta, muy modesta, porque no podía ser otra cosa ante una ausencia absoluta de presupuesto y porque el andaluz Álex Sereno sabe el terreno que pisa y comprende que no puede aspirar a otra cosa. Y esa es, sin duda, su mejor virtud. Él mismo se las ha arreglado para ser a la vez guionista, director, montador, director de fotografía y sonido, productor… Él se lo ha guisado y se lo ha comido todo, y eso es enormemente meritorio, pero afecta al resultado final.

En el debe, sin embargo, está la escasez de originalidad, porque la propuesta bebe en exceso de la trilogía inmortal del “Antes del…” de Richard Linklater y de su excelsa traducción andaluza en esa obra maestra inapelable y ya clásica llamada “Una vez más” de Guillermo Rojas.

Sereno traslada la acción de la Sevilla de Guillermo Rojas a Córdoba, pero las intenciones son exactamente las mismas y, claro, las comparaciones con semejante obra maestra son odiosas. El guión no funciona lo mismo, ni tiene la misma profundidad, los diálogos son bastante más previsibles y la credibilidad es notoriamente inferior. Sin embargo, tiene mucho mérito, insisto, y aún más coherencia levantar este proyecto infinitesimal y que finalmente funcione.

Lógicamente, la sombra de Silvia Acosta es imposible de superar, porque ella es diosa, pero, sin la menor duda, para mí, lo más notable del film es la interpretación de la joven Isabel Pecci, muy por encima desde el plano actoral a su compañero Gonzalo Cortés, tendente éste último a la sobreactuación, mal en el que va recayendo aún más conforme avanza el metraje de la cinta. En cambio, Isabel Pecci siempre mantiene un tono constante y sabe imprimir dudas y caras B a su personaje, tal y como está diseñado desde el guión, acabando por ser la estrella de esta modesta función.

La historia se desarrolla en un solo día, en un escaso puñado de escenarios naturales y de interior de Córdoba, fotografiada en un interesante blanco y negro y con tan sólo dos personajes: Nora y Javi. Ambos habían sido pareja y habían descubierto el amor a los 16 años, pero han transcurrido 7 sin saber nada el uno del otro cuando se reencuentran y un mar de sensaciones se reactiva, algunas de ellas difícilmente barajables (es demasiado enorme, insisto, la sombra de esa joya del cine llamada “Una vez más”).

En apenas 70 minutos, todo explota por las costuras y el espectador se aferra al personaje de Isabel Pecci porque transmite una verosimilitud y una fuerza muy superior a la de su “partenaire”. Ambos, eso sí, cargados de frustraciones y sueños incumplidos, de amargura y desesperación. La vida misma.
Sergio Berbel
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