Es difícil determinar cómo teniendo todo para ser una gran película, “Minari. Historia de mi familia” de Lee Isaac Chung no funciona en absoluto. O al menos conmigo no. Soy totalmente refractario desde su inicio hasta su final al buenismo del todo a cien que utiliza, a la mezcla de drama que no conmueve con comedia que no divierte, a los personajes naif y un tanto tontorrones que dibuja y al desperdicio delictivo de un material y una historia que daban para muchísimo más.

Estamos ante la (a priori) interesante historia de una familia migrante coreana que llega a los USA huyendo de la miseria de su país y que recala inicialmente en California donde el padre se gana la vida como sexador de pollos y la madre cuida de la hija preadolescente y del niño de siete años que tiene una afección cardíaca que lo convierte en el centro de la atención y los cuidados familiares. Pero el padre quiere ganarse la vida por sí mismo y arrastra a su familia hasta una vivienda en el campo en mitad de la Arkansas más profunda, que no resulta ser más que una caravana, para ganarse la vida convirtiendo en agrícola la finca que tienen frente a la misma.

Son los años 80 y se supone que Reagan ayudaba a los “nuevos colonos agrícolas”, pero las ayudas nunca llegan y se encuentran solos ante el peligro y con una esposa que no quiere ese tipo de vida para sus hijos. Por eso, para ayudar en casa, regresa de Corea la madre de la esposa, que no es bien aceptada por el pequeño enfermo.

Podría haber sido una buena cinta, porque además tira de una adecuada caligrafía fílmica y un colorido aplastante por su belleza, pero es que no cuenta nada interesante, nada que cale, nada que emocione, nada que haga reír cuando se supone que debería ser así. Todo está infantilizado y roza la estulticia en determinados momentos y, así, llega un punto donde el futuro de los personajes me importa poco y la historia aún menos. Que haya estado nominada al Oscar a la Mejor Película es para hacérselo mirar, porque tiene mucho más de telefilm de sobremesa que de cualquier otra cosa.

El tema de la migración y de la dura integración en una sociedad hostil ni se toca… Se ve que nadie quiere meter el dedo en ninguna llaga con esta demasiado amable película.