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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama. Comedia Conjunto de 20 historias, que giran en torno a la palabra, a la comunicación, y que se entrecruzan en un trayecto de 400 metros: desde la madrileña plaza de Lavapiés hasta la Sala Mirador. Está a medio camino entre el teatro y el cine, y se rodó en un plano único en el popular barrio madrileño de Lavapiés. Los personajes hablan, discuten, ríen, lloran, amenazan, susurran, gritan, roban, se citan, se enfadan, se abrazan..., proponiendo ... [+]
23 de enero de 2024
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El cineasta Joaquín Oristrell, curtido ya en mil batallas y un buen artesano de nuestro cine, intentó con “Hablar” el más difícil todavía con todo un experimento fílmico que, sin ser magistral, resulta interesante. Se trata de un film rodado en un único plano secuencia y profundamente coral, donde más de una veintena de personajes se van entrecruzando en apenas 400 metros del barrio madrileño de Lavapiés en una calurosa noche de Agosto, conformando un homenaje a las grandes películas magistrales de historias cruzadas como “Vidas cruzadas” de Robert Altman o “Magnolia” de Dios Padre Paul Thomas Anderson.

Como en toda película coral, unas historias funcionan mejor que otras, unas son interesantes y otras estereotipadas y anodinas, algunos personajes nos dejan con ganas de más y otros resultan prescindibles. El conjunto general, no obstante, resulta bastante notable, sobre todo y por encima de todo, por la entrega de su brillante elenco actoral. Porque el listado de actores y actrices que van apareciendo y desapareciendo delante de la cámara es de órdago: Antonio De la Torre, Raúl Arévalo, Mercedes Sampietro, Juan Diego Botto, Marta Etura, Sergio Peris-Mencheta, María Botto, Miguel Ángel Muñoz, Petra Martínez, Álex García, Melani Olivares, Secun de la Rosa, Estefanía De los Santos… destacando sobre todos ellos, para mí, Nur Levi, que sabe conformar de manera magistral el personaje más críptico, dramático y sugerente de la veintena que conforman el film. La cinta está auspiciada en su aspecto artístico por la Academia de Cristina Rota, ahí es nada.

El guión, del propio Oristrell, aparece brillante y profundo en algunos diálogos y algunas veces impostado, demasiado teatral e increíble en determinadas escenas, pero el nivel general es notable. Pero, en este tipo de apuestas, como es obvio, lo que brilla es el alarde técnico del único plano secuencia sin costuras ni trucos que da lugar al film, un recurso narrativo que idolatro y que, para mí, sigue teniendo su culmen mundial en “Victoria” de Sebastian Schipper, donde el cineasta alemán pasa dos horas y media bailando con su cámara alrededor de Laia Costa mientras que ésta recorre todo Berlín en una noche.

Notable resulta la fotografía nocturna de Teo Delgado y preciosa y oportuna la música de Alejandro Pelayo.
Sergio Berbel
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