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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama. Intriga. Romance En un barroco hotel, un extraño, X, intenta persuadir a una mujer casada, A, de que abandone a su marido, M, y se fugue con él. Se basa en una promesa que ella le hizo cuando se conocieron el año anterior, en Marienbad, pero la mujer parece no recordar aquel encuentro. (FILMAFFINITY)
11 de junio de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Celebramos en estos días el centenario del nacimiento de Alain Resnais, uno de los cineastas franceses más importantes de la historia del cine. Y debía hacerlo con la revisión de la que se tiene por su obra maestra, “El año pasado en Marienbad”, una película muy difícil de ver e imposible de recomendar pero cuya importancia para la historia del cine y su valentía innovadora (más bien renovadora) del lenguaje cinematográfico resulta prácticamente impensable pero cierta a la altura de 1961, año de su estreno y en el que obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia. O quizás me esté equivocando y sea al revés, era en 1961 cuando se admitían fórmulas revolucionarias en el cine y no ahora, que resultaría abucheada y expulsada de las salas por la gran masa consumista en esta adocenada sociedad capitalista unineuronal en la que por desgracia habitamos.

Evidentemente, lo que fascina en la propuesta de Resnais es la forma, que se impone al contenido absolutamente, resultando la trama lo de menos ante un espectáculo visual experimental totalmente arrollador, donde poco o nada nos importa lo que les ocurra a los personajes porque nuestro ojo termina totalmente prendado del baile continuo y barroco de la cámara de Alain Resnais en un palacio aún más barroco que resulta ser un hotel en el que se permite fracturar el tiempo y el espacio para lograr que la narración de un adulterio termine resultando la más críptica, intelectual e indescifrable de la historia del cine.

Todo gira alrededor de los recuerdos, de hace un año y actuales, que se van mezclando delante del espectador a través de la narración tremendamente literaria de una voz en off. Pero no sólo el espectador de esta inclasificable obra maestra es confundido temporalmente, sino incluso espacialmente, por cuanto las estancias, pasillos, salones, teatros y jardines, sobre todo los hipnóticos jardines, de ese hotel de gran lujo y barroquismo rococó en su estética, también se acaban entremezclando creando esa percepción onírica en la que finalmente el espectador de la obra no sabe dónde ni cuándo se encuentra y termina definitivamente desorientado.

La minimalista trama argumental en torno a la que gira la cinta pasa por la narración de un adulterio, donde el amante propone a la mujer casada que se fuguen juntos, pero ella le impone que se llevará a cabo tan sólo si se lo propone en el mismo hotel de lujo un año después. Pero, pasado el mencionado año, la mujer parece no recordar esa promesa y la voz en off de él mezclará texturas, tiempos y espacios para intentar hacérselo evocar.

Aquí el elenco actoral no importa. Es más, Alain Resnais los hace parecer simples maniquíes totalmente congelados, sin movimiento alguno o expresión, limitándose a ver pasar una cámara que en un travelling perpetuo que nunca para, tan sólo frenada por algunos alardes de montaje impropios de 1961, totalmente adelantados a su tiempo.

Es hipnótica la forma de narrar la historia, la música de Francis Seyrig y, sobre todo y por encima de todo, la bellísima fotografía en blanco y negro de Sacha Vierny, una de las mejores de la historia del cine en un tono surrealista que fascina, intencionadamente artificial.
Sergio Berbel
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