Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Miguel (José Sacristán), un veterano articulista, temido y respetado, y Ángela (María Valverde), una joven estudiante universitaria, se quedan encerrados en un baño, situación que da pie a un enfrentamiento generacional. Ella se encontró, en los ochenta, con una democracia ya consolidada, mientras que él forma parte de los privilegiados que lo habían conseguido todo. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2020
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no existiera David Trueba, hubiera habido que inventarlo. Para mí, siempre ha supuesto mi Trueba favorito y, sobre todo y por encima de todo, el discípulo directo y más perfecto de Woody Allen. Si alguien se acerca a la obra del genio neoyorquino, ese es sin duda David Trueba. Imprescindibles para mí son sus películas, pero también su obra literaria y hasta su aportación histórica al mundo de las series (la impagable “¿Qué fue de Jorge Sanz?”, el auténtico Larry David autóctono).

David Trueba es casi tan imprescindible para mí como Woody Allen y por idénticos motivos. Por eso, cuando afirmo que “Madrid, 1987” es su mejor película es decir mucho, porque ser la mejor película de David Trueba es volar muy alto. Casi una década después de haberme enamorado de ella en una pantalla de cine, revisitarla esta mañana sigue siendo un auténtico privilegio para la inteligencia, la cultura y la sensibilidad artística. El genio creador de “Soldados de Salamina”, “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, “Casi 40” o “La buena vida” toca techo en su capacidad literaria para forjar los mejores diálogos de su filmografía y quizás de este país en “Madrid, 1987”.

La premisa no puede ser más sencilla: un viejo periodista nihilista de vuelta de todo ha concertado una cita con una jovencísima estudiante de Primero de Periodismo para una entrevista. Una cosa lleva a la otra y ambos terminan encerrados en el cuarto de baño de un piso cuyo propietario está fuera durante todo el fin de semana. No tienen más armas para desarmarse y desarmar al espectador que la palabra, la reflexión y un catálogo de citas de esas que te calan para siempre.

Para rematar la cuadratura del círculo y hacer de la experiencia algo inolvidable y básico para entender mi pasión por el cine, el viejo descreído, nihilista y cascarrabias lo interpreta José Sacristán (y creo que no tengo nada más que añadir para saber que estamos hablando de una interpretación perfecta). Pero la réplica AL MISMO NIVEL la otorga la diosa María Valverde, que puede y sostiene el pulso a Sacristán durante todo el metraje y que equilibra una función que no necesita a nadie más, están ellos dos solos y desnudos encerrados en un cuarto de baño y no echamos en falta nada ni nadie más durante el rato que vuela visionando la película y elevando nuestra inteligencia.

Y luego está la ambientación y la capacidad técnica de David Trueba, que no sólo es un superdotado para el guión, sino también para la dirección: una película que discurre dentro de un cuarto de baño angosto y con tan solo dos personajes desnudos no es fácil de rodar, y lo que logra David Trueba es cum laude, además de haberse cuidado la ambientación de finales de los 80 de forma exquisita y hasta el último detalle, Hora 25 de la Cadena SER de la época incluida.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow