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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Silvio Berlusconi (Toni Servillo) se encuentra en el momento más complicado de su carrera política, recién salido del gobierno y con las acusaciones de corrupción y de sus conexiones con la mafia a punto de llegar a los juzgados. Sergio Morra (Riccardo Scamarcio) es un atractivo hombre hecho a sí mismo que sueña con dar el salto de sus cuestionables negocios de provincia a escala internacional. El camino más rápido para conseguirlo es ... [+]
16 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se me ocurre una película más visualmente impactante y oportunamente política como “Silvio (y los otros)”, la barroca, manierista y ácidamente provocadora visión de Paolo Sorrentino sobre ese ser ¿humano? llamado Berlusconi.

Sorrentino es un nombre absolutamente imprescindible para entender el cine europeo, formando por su potencia visual reconocida y reconocible en cada plano, junto con los más grandes, a la altura de Yorgos Lanthimos, Pedro Almodóvar, Michael Haneke o Lars Von Trier. Uno de los grandes genios de la historia del cine como lo son todos ellos.

Si maravilla su visión personalísima en su labor introspectiva-felliniana (“La gran belleza”, “La juventud”…), ya es orgásmicamente desafiante cuando mira hacia la política (“Il Divo”, “The Young Pope”, “The New Pope”…). El retrato, entre lo caricaturesco y lo (aterrorizadoramente) real de Silvio Berlusconi que ofrece esta película es antológico.

Visualmente, poco tengo que añadir después de aclarar que estamos ante una nueva película de Sorrentino: exquisitez formal abrumadora, barroquismo y complejidad de encuadres, movimientos de cámara imposibles, desfase estético en fiestas plenas de drogas y alcohol, desmadre absoluto pero a la par contenido en las interpretaciones… Todo marca de la casa Sorrentino, o sea, la sublimación del concepto de cine como arte visual que empacha los sentidos.

La fotografía de su habitual Luca Bigazzi es hipnótica y preciosista hasta límites insospechados que paladean nuestras pupilas con fruición. Y la interpretación de Toni Servillo, actor capital en la filmografía de Sorrentino, es espléndidamente mimética respecto al horroroso personaje al que encarna, puro esperpento de ser humano, paradójicamente idolatrado por una Italia chusca e inculta amamantada por las televisiones creadas por él mismo. Si bien es cierto que, la versión internacional que nos ha llegado, fruto de refundir las dos partes de la más extensa versión italiana, "Loro I" y "Loro II", puede suponer un excesivo salto entre las dos partes de la cinta, la dedicada a Sergio y la protagonizada por Silvio.

Pero no por todo ello el contenido es menos importante. Y a una escena en concreto de esta magistral cinta me remito, en la que Berlusconi trata de medirse a sí mismo llamando por teléfono al azar a una ciudadana italiana para intentar venderle un piso. Un momento de tensión exclusivamente sostenida en el diálogo radicalmente genial y demoledor como metáfora para entender qué es la política y quiénes son los políticos.

Una cinta que es la historia de Silvio, pero también de Sergio (de ahí el subtítulo de la cinta, “y los otros”), una persona nacida para medrar, para comprar voluntades a base de fiestas, prostitutas, drogas y alcohol, para crear negocios de la nada y dar el pelotazo tirando de influencias políticas… la vida misma. Un personaje perfectamente retratado por Sorrentino, como también ocurre con el mejor amigo y socio de Silvio, la desfachatez en estado puro, donde el negocio es piedra angular de todo lo que se hace, a ser posible lo más ilícito que fuera posible.
Sergio Berbel
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