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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama Una historia familiar. El conflicto entre lo urbano y lo rural, entre pasado y presente, padres e hijos. Dos formas opuestas de entender la existencia, y una abuela que observa el mundo desde el más elocuente de los silencios. (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Amama” cuenta muchas cosas a la vez y todas las cuenta muy bien. Es una incursión cruda, certera, sin ambages, real, sincera, al corazón del mundo rural, de la Euskadi profunda, de la tradición familiar enraizada como lo están los árboles al bosque vasco, para lo bueno y sobre todo para lo malo. La película de Asier Altuna me parece imprescindible para entender por qué los jóvenes se ven abocados a abandonar el campo para buscar con desesperación otra forma de vida en la ciudad, alejarse del caserío para poder respirar fuera de las atávicas tradiciones ancestrales que los asfixian. Y, sin embargo, continúan gravitando en torno a la belleza de una vida y un paisaje que les ha calado el alma desde que nacieron.

El caserío es indivisible, nos cuenta Amaia, su protagonista, al inicio del film. Tiene que pasar íntegro a uno de los hijos. Ancestralmente le correspondía al primogénito, ahora a quien se sienta más capaz y preparado para continuar atado a la tierra y al aislamiento como forma de vida. Pero el matrimonio protagonista, que conviven con la amama, no tiene suerte: ninguno de sus tres hijos quiere continuar trabajando la tierra en las mismas condiciones insoportables que se arrastran desde el Neolítico. Mientras, y sin abrir la boca, la amama (abuela en euskera) lo contempla todo y a todos y lo va guardando en su corazón.

Es imposible no quedarse prendado de sus rudos protagonistas, sobre todo de Amaia, esa joven artista que intenta sobrevivir a la falta de afectos de su familia y pretende triunfar quizás lejos de allí (magnífica interpretación de Iraia Elias), aunque algo la ate indefectiblemente al caserío. O de los increíbles ojos de la amama (mágicamente silente interpretación de Amparo Badiola). O de esas imágenes oníricas que van perlando la cinta entre escena y escena y que encandilan por su magia inexplicable y que engarzan perfectamente unos tramos del film con otros.

El guión del propio Asier Altuna es parco en palabras, como sus personajes, pero bellísimo en intenciones y certero en sus propósitos más íntimos, consiguiendo trasladarnos al corazón de una Euskadi rural y aislada que fascina tanto como ahoga. Sobre todo porque la fotografía de Javier Agirre Erauso resulta hipnótica, jugando con el sempiterno verde de los bosques de Euskadi y con la pintura que los reboza en aquella familia tan especial. Acaba de completar la creación de un ambiente extraño y pegajoso la espectral música de Javi Pez y Mursego para un film ciertamente imprescindible para acercarse a la parte oscura del mundo rural.

Es muy importante verla en VO en euskera porque la fuerza cortante y directa del idioma salido de la interpretación de su elenco actoral resulta vital para entender mejor todo lo que en ella ocurre.
Sergio Berbel
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