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Voto de Sergio Berbel:
5
Drama. Intriga Lucía pierde su empleo como programadora informática y decide dar un giro en su vida: convertirse en taxista. Al volante de su taxi, recorriendo las calles de Madrid, esperará pacientemente la ocasión de llevar en él a su vecino desaparecido, del que se ha enamorado.
18 de febrero de 2024
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo en la literatura de Juan José Millás, e incluso en él mismo, que no conecta conmigo nunca. Su universo literario gira en círculos concéntricos completamente alejados de los míos. No obstante y sin ningún tipo de prejuicio, me he acercado a “Que nadie duerma”, la adaptación al cine que el artesano Antonio Méndez Esparza ha realizado de su novela homónima.

La película, como tal, aporta bastante poco, aunque hay que reconocer que va de menos a más y que su final, aunque terriblemente previsible, la redime de un ir y venir anodino que pretende ser una versión light de “Taxi Driver” de Martin Scorsese y que no lo logra en ningún momento. También copia de aquí y de allí algunos aspectos de la magnífica cinta iraní “Taxi Teheran” de Jafar Panahi. Y encuentro para acabar de conformar la remezcla prefabricada algo de la magistral “Stockholm” de Rodrigo Sorogoyen. Original tiene poco. Pero sobre todo mira a la cinta de Scorsese, pero esta vez no es un taxista, sino una taxista; no es Nueva York, sino Madrid; no es la violenta sociedad norteamericana, sino la amoral y desmoralizante sociedad contemporánea… Pero no, claro que no, es imposible que el guión de Paul Schrader pueda ser igualado por la adaptación al cine que firman el propio Antonio Méndez Esparza junto con la magnífica cineasta Clara Roquet que aquí parece estar algo perdida entre tanto refrito. Dicho sea de paso, casi todas sus sorpresas finales se van viendo venir desde el inicio. Mal asunto.


El film se sostiene, durante sus excesivas dos horas de metraje, exclusivamente por la interpretación de Malena Alterio, fantástica pero a años luz de la Laia Costa de “Un amor” de Isabel Coixet. Visto el trabajo de ambas, aún entiendo menos el Goya. Alterio encarna a Lucía, una mujer de mediana edad que sólo tiene una amiga, tiene que cuidar de su decrépito padre y trabaja como informática en una empresa que, de la noche a la mañana, quiebra y la deja en la calle. Toca reinventarse y para ello compra una licencia de taxi. Desde su taxi, va conociendo a una serie de personajes, entre ellos a una productora teatral con la que entabla cierta amistad y a un literato, además de con su vecino actor. Pero todo se irá complicando en su vida, siempre a peor.

Hay que reconocer el oficio de Méndez Esparza al sacarle partido visual al interior de un taxi, pero siempre por debajo de los anteriormente citados Scorsese y Panahi. Y lo que siempre funciona, porque estamos ante una profesional intachable, es la música de Zeltia Montes.
Sergio Berbel
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