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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Ethel y Norman Thayer son un anciano matrimonio que pasa sus vacaciones en un paradisíaco lugar, "el Estanque Dorado", entre los bosques y al lado de un lago. Norman, un hombre muy activo, soporta muy mal las limitaciones de la vejez y la cercanía de la muerte. Inesperadamente, llega de visita Chelsea, la hija de los Thayer, que siempre ha mantenido unas relaciones muy tensas con su padre. (FILMAFFINITY)
10 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que, más allá de su calidad o de la importancia que hayan adquirido para el desarrollo del lenguaje fílmico, importan por lo que han significado en la vida del espectador. Y en mis recuerdos de infancia “En el estanque dorado” ocupa un lugar preeminente junto con “Fanny y Alexander” de Ingmar Bergman. Mis padres tuvieron a bien llevarme al cine a ver películas que iban más allá del espectro cinéfilo habitual de un niño de tan corta edad y siempre les estaré agradecidos por ello.

Recuerdo ver esta pequeña gran joya en el cine siendo muy niño y recuerdo lo que me entusiasmó porque, al fin y al cabo, es el relato de las enormes dificultades de diálogo intergeneracional en el seno de la familia y de cómo un elemento externo a la misma, que hace las veces de nieto aún sin serlo, pueden modificar el rumbo de la comunicación entre padre e hija. Cumple 40 años esta pequeña gran película y sigue fresca como el primer día, dispuesta para ser revisionada en cualquier momento.

Pero, más allá de mí mismo y mi propia historia personal con ella, la misma atesora además ciertos detalles que no pueden ser desapercibidos para entenderla en su magnitud, superior a la importancia que normalmente se le ha dado.

Jane Fonda compró los derechos de la obra teatral de Ernest Thompson para que el propio autor encabezara su traslación al cine con un único, confeso y evidente objetivo: regalarle a su padre, Henry Fonda (merecidísimo Oscar al Mejor Actor en aquella edición), su última interpretación justo antes de morir, su canto del cisne, y que ésta estuviera a la altura de las circunstancias para uno de los grandes nombres míticos de la historia del cine a través de un personaje sarcástico, nihilista y gruñón con el que me resulta imposible dejar de identificarme de principio a fin de la cinta.

Pero además, Jane Fonda tenía una segunda intención con ello: reservarse el papel de la hija del protagonista, que sostiene con su progenitor una tormentosa relación paternofilial, para interpretarla ella misma, igualmente cargada de desavenencias familiares con el propio Fonda por su activismo político que tanto desagradaba a su padre. En ambos objetivos el resultado fue cum laude.

Pero quien representara a la esposa y madre de esta familia no podía ser cualquiera a este nivel, y por eso se encomendó ni más ni menos que a otra diosa, Katharine Hepburn (igualmente Oscar a la Mejor Actriz), el sostener argumentalmente la cinta.

Ante todo ello, da igual la maestría de Mark Rydell en la dirección, le bastaba con no estorbar y dejar hacer a un texto altamente interesante como lúcida reflexión sobre la vejez, la muerte acechando y la dificultad de demostrar el amor dentro del núcleo familiar, y supo pasar desapercibido de forma notable.

Todo lo demás está en los anales del cine y en mi propia biografía personal. La belleza de ese estanque dorado donde su ubica la segunda residencia de veraneo de esta familia y una música bien elegida y mejor tratada hacen el resto. Sin duda, una película más importante y profunda de lo que siempre se ha creído.
Sergio Berbel
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