Siempre he sostenido que el cine debe consistir en contar una buena historia que funcione como funcionaban las narradas al calor del fuego de campamento. Si además el guión viene aderezado por una fuerza visual potente e impactante plásticamente, tanto mejor, pero la forma sin fondo ni tiene sentido ni mucho menos interés.

Por eso afirmo que Jonathan Glazer fracasa estrepitosamente con la sobrevalorada e injustamente mitificada “Under the skin”, porque es un ejercicio estilístico totalmente vacío, porque hay un descomunal despliegue de imágenes para no acabar contando nada interesante, porque es una absoluta pérdida de tiempo.

A pesar de que la ciencia-ficción, y aún más la alienígena, no es mi pasión precisamente, me he acercado a esta obra por todo lo que la rodea. Primero, porque nació siendo película de culto (por lo que dicen algunos, ahora veo que temerariamente). Después, por el aura de maldita que la persigue, por cuanto es de 2013 y no ha conseguido exhibirse en este país hasta este año. Ahora puedo entender por qué.

Scarlett Johansson es maravillosa, es diosa. Aparte de ser uno de los seres humanos más bellos de la historia de la humanidad, es una actriz portentosa que puede con todo lo que le echen y más. A las pruebas para la historia del cine me remito como “Lost in traslation” de mi Sofia Coppola y, sobre todo y por encima de todo, “Match Point” de Woody Allen, donde nos regala una de las más grandes interpretaciones jamás habida en el mundo del cine.

Pero ni su omnipresente estampa ante la cámara en todas las escenas de esta cinta y en casi todos sus planos logra salvar un producto anodino, mera masturbación autoral de Glazer, un sin sentido que carece de pies o cabeza, que navega de forma anodina por un vacío argumental y lógica absoluto, que no ofrece la más mínima coherencia, que no interesa a nadie, que se repite una y otra vez sin destino conocido, que genera bostezos y miradas desesperadas a las manecillas del reloj para comprobar cuánto le resta aún a su extenso metraje…

La historia de una extraterrestre que utiliza el físico de Johansson para seducir hombres escoceses con el fin de … realmente no tengo ni idea qué hace con ellos. No se explica ni, sinceramente, me importa, porque nada importa en este bodrio intragable. Parece que quiere sus pieles para algo, pero sinceramente me da igual.

Lacónica de diálogos, con imágenes ciertamente impactantes (pero menos de lo que piensa su autor, que pretende ser Stanley Kubrick sin que ello jamás pueda ser posible), la cinta discurre repitiendo situaciones hasta la extenuación, no resolviendo un buen puñado de cabos sueltos, sembrando apatía ante sus situaciones y despertando tan sólo para el despliegue físico de Scarlett despojada de todo, realmente el único momento en el que se me han paralizado los bostezos durante su visionado. Dicho sea de paso, su BSO, firmada por Mica Levi, es tan histriónica e insoportable como el conjunto de la cinta.

Ya sabemos lo que hay “under the skin” de Jonathan Glazer: absolutamente nada de nada.