Esta es una de esas películas en las que el argumento es lo de menos; de hecho, ni siquiera existe, y eso que es una mezcla de “Deliverance” y “Funny Games”, pero a la española. Se agradece que algunos directores patrios se aparten de las trilladas comedias gilipollescas y carentes de gracia, y la verdad es que está bastante bien rodada. La fotografía es espléndida, los paisajes impagables, y algunas situaciones de angustia logran por completo el objetivo de inquietar al espectador. Sbaraglia se esfuerza lo suyo. Aguanta como un campeón tiros, golpes, cortes, hambre y frío. Y eso que, como dice un amiguete mío, sólo tiene dos hostias: la que le dé yo y la que se dé contra el suelo. Lo que estropea la película, hasta el punto de convertirla en ridícula, son los quince minutos finales que concluyen en un demencial desenlace y hacen que uno piense que el director ha estado durante noventa minutos quedándose con el personal. Una pena.