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España España · Abroad (de momento)
Voto de Shinboneniná:
6
Musical. Comedia Tracy Turnblad (Nikki Blonsky), una chica cuya única pasión es el baile, sueña con participar en "El Show de Corny Collins", el programa de baile más importante de Baltimore. El único problema de Tracy es que tiene una figura más bien generosa, cosa que le recuerdan siempre su novio y su dominante madre. Pero nada detendrá a Tracy, pues está segura de que ha nacido para bailar... Remake del musical "underground" de John Waters. Esta ... [+]
21 de julio de 2008
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llama mi atención que algunos critiquen lo liviano del argumento de esta película. Que echen una ojeada a la línea argumental de algunos de los más grandes musicales de la historia del cine, o de algunos de los libretos de Mozart o Puccini y verán lo livianos que pueden llegar a ser. ¡¡Por los clavos de Cribibibibista, se trata de un musical!! Si la misma palabra lo dice, lo importante es la música, la puesta en escena y la coreografía. Luego, te puede gustar más o menos. Claro que el argumento es una birria, por supuesto que es ingenuo y blando. ¿A quién se le ocurre ir en busca de verosimilitud y coherencia en un musical? Ponerse a hablar y a dar saltitos en medio de la calle, en la escuela, es pura irracionalidad. Así que si no tenemos claro este condicionante, mejor que nos quedemos en casa o que no le demos al play. Evidentemente, los sesenta jamás fueron así, pero qué más da. La contextualización no pasa de ser mero pretexto. Bastante es que se traten temas peliagudos como la obesidad o la integración racial en clave humorística.
No me gusta el musical especialmente, y la música o la estética sesenteras todavía menos, pero he pasado un rato muy entretenido, incluso alguna que otra vez se me iba el pie. Vale, la película es incluso cursi, (y quizá le sobren un par de números) pero ¿qué musical no lo es? Es como decir que un cuadro tenebrista es oscuro. Colorín, laca a raudales, un poco de gomina, twist, soul, coreografías no demasiado vistosas, dicho sea de paso, y optimismo a raudales. Eso ofrece “Hairspray”. En cuanto al travestismo de Travolta, no parece ni la mitad de travelo que Christopher Walken con los labios pintados y las camisitas que se gasta. La chica protagonista se mueve endiabladamente bien para sus dimensiones, y la Pfeiffer cumple de sobra en su papel de mala; hasta parece que canta.
Ahí, reivindicando lo hortera, lo cursi y el lípido, que para exquisiteces esteticistas, reflexiones peripatéticas y análisis metafísicos ya tenemos a los iluminados de turno.
Shinboneniná
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