Creo recordar que en su día causó un verdadero impacto en ciertos medios, sobre todo en Estados Unidos, por su visión irónica, ácida y despiadada de la familia media norteamericana: vacía, hipócrita, aparente y, en definitiva, abocada a la extinción. La primera hora de película creo que podría ajustarse a ese perfil cómico-sarcástico que ridiculiza ciertos arquetipos medioburgueses: padres que se la menean, madres obsesionadas por lo políticamente correcto, hijos incomprendidos que acaban siendo lo contrario de lo que parecen… básicamente, gente insatisfecha. Como tiene que ser; los mundos de Yupi darían para muy pocas películas, y en la vida real, sólo los colocados y los imbéciles son plenamente felices.
Pero cuando, en los últimos treinta o cuarenta minutos, el tono de la narración se torna más dramático, esa caracterización a veces demoledora se me antoja demasiado truculenta, exagerada. Al final, no me he creído la película, me quedo con la sensación de que todo es pura caricatura sin análisis crítico ni cuestionamiento moral alguno. Un final demasiado tremendo para una especie de sátira social que probablemente hubiera sido mucho más contundente sin el recurso final a lo de siempre. Una pena, porque tiene momentos y personajes brillantes.