Mucho dinero, mucho marketing, protagonistas con gancho, un personaje conocido por todos y un director de culto al tiempo que taquillero. La visión del personaje de Conan Doyle aportada por Guy Ritchie se aleja de anteriores recreaciones del detective y su docto ayudante. Pero se aparta bastante poco del cine de su director: técnica impecable e historia tirando a fuego de artificio.

Ritchie suele dar una de cal y no sé cuántas de arena. Al parecer, el déficit de cal sigue, porque este irreverente y dicen que original retrato de Sherlock Holmes, aquí asimilado a una especie de excéntrico inventor-detective-luchador, no es más que un fallido experimento a mayor gloria del cineasta británico. Bastante aburrido, por lo que a mí respecta. Si esto se hubiera titulado 'Tintín' o 'El guerrero del antifaz', igual hubiese dado, porque lo único que comparten los personajes de la película con los literarios son sus nombres y poco más. La trama masónico-esotérica no engancha en ningún momento y las luchas a lo Van Damme con la inevitable ración de cámara lenta se me antojan cansinas. Ni emoción, ni intriga, ni sentido del humor, ni nada. Si acaso, una bonita fotografía. Las conclusiones explicativas de Holmes me recuerdan horriblemente a cualquier episodio de 'El Comisario'. Por fortuna, Downey Jr es bastante más convincente que Tito Valverde.

Después de 'Snatch', Ritchie no ha vuelto a hacer nada interesante. Lo que me extraña es que siga gozando de tanto prestigio. Cada vez tengo más claro que en su día se le apareció la Virgen.