Kubrik es uno de esos directores que en su debut se pusieron (o les pusieron) el listón tan alto, que las expectativas que despertaron les acabaron por convertir en una especie de fanáticos perfeccionistas. La frescura, sencillez y eficacia de la película, supongo que en buena parte debida a la novela original, funcionan como un reloj. Es una virtud que se echa en falta en alguna de las fallidas y pretenciosas obras posteriores del autor de “2001”. Y la sola presencia de Sterling Hayden es un atractivo añadido. Cine negro del de la vieja escuela en el que apenas se vislumbra el esteticismo que caracterizaría luego el cine de este director.
Solamente le pondría una pega, la voz en off resulta pelín cargante y a veces innecesaria, no aporta nada que no hagan ver las imágenes a un espectador mínimamente despierto.
En esta ocasión el título español, cargado de ironía (y una pizca de mala leche), creo que es bastante más acertado que el original “The Killing”.