Tranquilos, no es la Juani. La patanería de diseño propia de Bigas Luna aquí se sustituye por el enfoque característico del cine social-realista británico, estilo Loach. La protagonista es una quinceañera –bastante creíble, por cierto- cuyo hogar no es precisamente un nido de paz. Rebelde, sin amigos, absentista escolar, pelín guarrilla, pero de las que no se lavan… y amante del hip-hop. Y encima, su odiada mamaíta mete en casa a su nuevo novio, un guaperas de cuidado. El resto, ya se lo puede uno imaginar. En general, los personajes son un hatajo de inmaduros egoístas e irresponsables; formar parte del lumpen londinense tiene un precio. Es de agradecer el sensualismo de algunas escenas así como el habilidoso empleo de la cámara en otras. Pero la película presenta dos grandes problemas:

a) No cuenta nada especialmente interesante.
b) Podría haberlo contado en la mitad de tiempo.

Una de tantas.