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Voto de Shinboneniná:
7
6,7
44.660
Comedia. Drama. Romance
Miles, un divorciado deprimido, aspirante a escritor y apasionado del vino, propone a su viejo amigo Jack, un actor fracasado que está a punto de casarse, hacer un viaje para visitar viñedos y probar vinos antes de su boda. Forman una extraña pareja: Jack es un seductor; Miles, un pesimista. Jack pretende saborear sus últimos días de libertad, Miles sólo aspira a paladear un vino perfecto. Jack se conforma con un Merlot barato, Miles se ... [+]
29 de septiembre de 2010
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las despedida de soltero más original, divertida, patética, dramática y romántica que recuerdo. Todo al tiempo. Es, además, una atípica road movie, y una peculiar buddy movie también.
Un neurótico profesor de lengua en un instituto (Giamatti), aspirante a escritor de éxito y que aún no ha superado su divorcio, decide acompañar a su amigo del alma en un periplo enológico por las bodegas californianas durante la semana previa a la boda del segundo (Haden). Por cierto, un actor de segunda fila, pero vividor de primera, que pronto cambia la cata del vino por fragancias más lúbricas y los hoyos del campo de golf por otro tipo de agujeros.
Son notables las similitudes que se hacen entre las características de los vinos y las personalidades de los protagonistas, tan distintas, pero unidas por los caldos de la tierra, las frustraciones personales y el deseo de amar y ser amados.
Una rara y agridulce tragicomedia que, como el vino, extrae la verdadera personalidad de quien lo ingiere. Y que, como el vino también, su consumo puede desembocar en gloriosa delectación o en insufrible resaca. Yo lo voy a dejar en un término medio, pero con clara inclinación haca el puntillo espirituoso.
Un neurótico profesor de lengua en un instituto (Giamatti), aspirante a escritor de éxito y que aún no ha superado su divorcio, decide acompañar a su amigo del alma en un periplo enológico por las bodegas californianas durante la semana previa a la boda del segundo (Haden). Por cierto, un actor de segunda fila, pero vividor de primera, que pronto cambia la cata del vino por fragancias más lúbricas y los hoyos del campo de golf por otro tipo de agujeros.
Son notables las similitudes que se hacen entre las características de los vinos y las personalidades de los protagonistas, tan distintas, pero unidas por los caldos de la tierra, las frustraciones personales y el deseo de amar y ser amados.
Una rara y agridulce tragicomedia que, como el vino, extrae la verdadera personalidad de quien lo ingiere. Y que, como el vino también, su consumo puede desembocar en gloriosa delectación o en insufrible resaca. Yo lo voy a dejar en un término medio, pero con clara inclinación haca el puntillo espirituoso.