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España España · Abroad (de momento)
Voto de Shinboneniná:
5
Ciencia ficción Una expedición de astronautas llega a un planeta gobernado por un expatriado en este clásico de la ciencia ficción, inspirado en "La tempestad", de William Shakespeare. (FILMAFFINITY)
27 de febrero de 2011
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi casita, hacia 1985. Acaban de dar por la tele una peli en la que sale un robot que parece un híbrido de bombona de butano y el muñeco de Michelín. Me ha gustado un huevo.

Mi casita, hace un rato, entre pepinillo y cebolleta del aperitivo, que hoy tengo un rato suelto y voy a hacer una incursión en mi videoteca de clásicos abandonados: La cosa ha cambiado un huevo, pero de avestruz.

Enternecedora visión futurista-antediluviana de un mundo por venir, en los confines del universo, basada en el guión de un tal Shakespeare, que se completa con una dirección artística pop-ingenuo-vacilona. El trasfondo del asunto es sólido y lleva a la reflexión. Y hay que reconocer que para estar hecha a mediados de los cincuenta, la sección FX se lo curró bastante. Otra cosa es el departamento de vestuario y guión, que sale peor parado que el planeta Alter-4. El diseño de Robbie es imposible, quizá incluso más que los modelitos de la Francis. El romance de marras entre el legionario espacial y la rubia se sale de cualquier lógica, y la interpretación de Pidgeon es tan histriónica que resulta casi patética, puede que no sobre las tablas del ‘Globe’, pero sí tal y como se plantea la película. Se conoce que está pensando más en el protagonista shakespeariano que en el doctor Morbius. Una joyita para los amantes de los balbuceos de la ciencia ficción que se ve con cierto interés, pero cuyas oceánicas lagunas argumentales, impreciso pulso narrativo, paupérrimo enfoque cientifista e inconcebible tratamiento de personajes deja reducida al papel de simpática curiosidad. Quizá lo más sorprendente sea comprobar cómo con una cisterna de wáter que gotea y el dial de una radio que nunca coge la onda, se puede hacer toda una banda sonora. O que el bueno de Frank Drebin tuvo unos sorprendentes comienzos.
Shinboneniná
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