Cuando una película la protagoniza un tipo que paga un brik de leche con un talón; que hace taichi equilibrándose con un caucasiano en una mano y un petardo en la otra; o que se pasea por la calle en gayumbos y batín a cualquier hora del día o de la noche, sabes que estás ante un verdadero personaje. De hecho, para mucha gente Jeff Bridges (pedazo de actor) ya siempre será el Nota, o Notísima, si no os van los nombres cortos (vaya frase). En realidad, la película son los personajes, exageradas pero magníficas e hilarantes caricaturas de los modelos sociales norteamericanos. El Nota es genial, pero el amigo Walter no le va a la zaga, un sionista que ni siquiera es judío, y que dudo seriamente llegara a combatir en Vietnam. Y qué decir del pervertido Jesús Quintana. El argumento es lo de menos, es una comedia absurda en toda su extensión, hay que disfrutar de esta pandilla de descerebrados y de sus diálogos para besugos. Un poco de nihilismo no hace mal a nadie.

No obstante, a la película por momentos se dispersa, en especial en las secuencias oníricas, expresadas en forma de logrados números musicales que, sin embargo, se me antojan contraproducentes.

Aguanta, Nota.