Una de las pocas obras interesantes del subgénero casas encantadas. Sin ketchup, sin apenas gritos, sin tetas gratuitas ni música estridente. Pocos planos, sobrio empleo de la cámara y efectos especiales, los justos. Terror artesano. Es lógico que a las nuevas generaciones, acostumbradas a bodrios espasmódicos tipo REC, la cosa les parezca un aburrimiento. Miedo, lo que se dice miedo, no da mucho, pero se ve con interés.

Ahora, tampoco creo que pueda hablarse de fina insinuación, porque el tratamiento de los fenómenos paranormales es bastante explícito. No se sugieren, se muestran abiertamente, aunque a ritmo pausado. Creo que, a ese respecto, el del arte de la insinuación, 'La semilla del Diablo' sigue siendo el ejemplo a imitar. Es notable el uso de la banda sonora, con ese omnipresente piano de amenazadoras notas y el bueno de Joseph susurrando a todas horas. También se agradece el mano a mano entre dos dinosaurios como Scott y Douglas, en un género inédito para ambos.

Pero, hoy por hoy, ha perdido fuerza. Cuando la vi, de adolescente, me dio verdadero miedo. Se conoce que uno pierde sensibilidad con los años. Del mismo modo, el desarrollo es bastante previsible; aunque, en realidad, en casi todas las películas, buenas, malas o regulares, lo es. El final decae bastante, dicho sea de paso. Lo cierto es que la cochambrosa silla de ruedas y la pelota loca siguen teniendo su puntito. Pero tampoco es para tanto.