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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
9
Drama Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de ... [+]
26 de enero de 2010
69 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Saben bien quienes algo me conocen que siempre he profesado una especial devoción por cineastas como Hitchcock, Huston, Lean, Leone o Wilder. Realizadores cuyo buen hacer jamás renegó de ese inestimable e impagable grado de complicidad con el espectador medio y cuyas pelis constatan de forma fehaciente que el buen cine no tiene porque ser, para nada, un producto destinado única y exclusivamente a gafapastas de solvencia contrastada.

¿Significa eso que paso de devanarme los sesos? ¿Qué no me gusta cuestionarme nada? ¿Qué lo quiero todo masticadito y bien masticadito?

Pues no, tampoco es eso. Es más, yo situaría a Kubrick, por ejemplo, un pasito por delante de los monstruos anteriormente citados. No porque lo considere mejor cineasta, sino porque la exigencia intelectual de su cine es mayor. Una exigencia intelectual, eso sí, más llevadera y provechosa que la de Tarkovski, Bergman o Lynch y que convierte a este director, por esta misma razón, en una de mis niñas bonitas del séptimo arte. La que mejor supo exprimir todos y cada uno de los recursos expresivos de su medio y la que mejor supo desplegar, bajo ese imponente paraguas audiovisual, historias cuya dimensión discursiva o metafórica daría para estar organizando charlas, conferencias, tertulias, debates, coloquios, cursos, cursillos y seminarios hasta el día del juicio final.

Y aunque cualquier hija del inefable Stanley me serviría para refrendar dichas afirmaciones, permitidme que eche mano de “La naranja mecánica”, concretamente, porque considero que ésta es -con “2001”- su obra más redonda, rotunda, polémica, paradigmática y mediática. Su obra cumbre, vaya.

Recuerdo que cuando la ví por primera vez, con diecises o diecisiete añitos, lo que más me impactó fue su vertiente efectista y ultraviolenta. Me estoy refiriendo, obviamente, a la terrible secuencia de la paliza y la violación en aquel chalé de diseño al son de “I’m singing in the rain” y a los escalofriantes primeros planos de Alex con ese estrambótico artilugio ocular. Desde entonces, cada vez que mi mujer se riza las pestañas no puedo evitar salir por patas del baño de mi casa.

La segunda vez que la vi, con veintitantos, lo que más me interesó fue su faceta patológica y sociopolítica. Ya sabéis: el inexplicable y depravado proceder de tribus urbanas como la de Alex y sus Drugos, la dudosa eficacia y las terribles consecuencias del método Ludovico, la manipulación gubernamental a la que es sometido Alex, etc. etc. Normal, estaba en la uni y mi espíritu reivindicativo se encontraba en su máximo apogeo.

(sigo en spoiler desvelando, por ejemplo, el por qué del título de mi crítica)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Taylor
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