Como si de una receta casera se tratara, “Estómago” es una de esas pelis que, aún siendo modesta, cuenta con una amalgama de olores, sabores y texturas extraordinaria. Podrá gustar más o menos, pero esta peli brasileña es tan particular e interesante que, de buen seguro, no dejará indiferente a nadie.

Y aunque fallos tiene, “Estómago” me ha gustado porque no resulta fácil aglutinar drama, comedia, denuncia y crítica social de forma tan natural y espontánea. Sin parecer pretencioso ni artificial en ningún momento. Administrando con gracia y acierto un poquito de gastronomía por aquí y un poquito de sexo por allá. E interponiendo, como no, los pertinentes y agridulces recaditos que Jorge manda a ese singular organigrama social brasileño intensamente marcado por el hedonismo, la corrupción, las jerarquías y la ley del más fuerte.

Pero no sólo por todo ello me ha hecho tilín la peli de Marcos Jorge. Su particular narrativa a base de continuas elipsis, por ejemplo, no es para nada común porque en lugar de retroceder en el tiempo, la acción de la peli se sitúa en el pasado y son precisamente los continuos flashes hacia el futuro los que nos anticipan como, tarde o temprano, nuestro querido Raimundo Nonato (alias “Romero”) acabará dando con sus huesos en la cárcel.

Un producto sencillo pero bien condimentado que constata, a fin de cuentas, por qué unas albóndigas con sepia pueden resultar tanto o más sabrosas que un tartare de rape con cigalas o un milhojas de foie de canard y manzana con reducción de Pedro Ximenez.