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Voto de Taylor:
4
6,2
10.083
Comedia. Romance
Lee Holloway (Maggie Gyllenhaal) tiene el peor de los currículum cuando decide solicitar un empleo de secretaria en el bufete de abogados de E. Edward Grey (James Spader). Basta con decir que acaba de salir de una institución psiquiátrica y que, tan sólo un día después de volver a estar con su disfuncional familia de barrio periférico, ha recaído ya en su hábito secreto e inconfesable. Pese a que nunca en su vida ha tenido trabajo, Lee ... [+]
29 de junio de 2009
25 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me comentaba hace unos días cierta usuaria de FA que el cine erótico es un género pocho. Pocho, pocho. Cuánta razón llevaba! Analicemos los motivos.
Yo partiría de la base que este tipo de cine, como género, es prácticamente inexistente. Basta con echarle un vistazo a los epígrafes que esta misma página asigna a pelis presuntamente ‘eróticas’. Como podremos constatar, lo más habitual es que el término ‘erótico’ vaya asociado o subordinado a otro que precise con mayor rigor el verdadero género de una determinada película: thriller erótico, drama erótico,... ¿Significa eso que no existen pelis pura y genuinamente eróticas? Falso. Rotundamente, falso. Las hay, por supuesto. Lo que ocurre es que su dudosa calidad y su irrisoria trascendencia cinematográfica han malogrado inexorablemente su pretendida eclosión -digamos- artística. Y si no, fijémonos en la nota media de pelis indiscutiblemente eróticas: “Emmanuelle” (5,1), “Los burdeles de Páprika” (4,7), “Las edades de Lulú” (5,0). Todas ellas, obras de acreditados erotómanos (Jaeckin, Brass y Luna, respectivamente). Pero ninguna de ellas sobrepasa las 7 estrellas. Significativo ¿no? Mi conclusión, por consiguiente, es clara. Clarísima. A los cinéfilos de pro no les gusta el cine erótico. Les gusta el erotismo. Ya sea desde una perspectiva eminentemente cultureta (“Belle de jour”, “Eyes wide shut”) o desde la convicción de que, si bien el erotismo por sí solo puede resultar hasta tedioso, el componente erótico -bien administrado- constituye un ingrediente ideal para géneros de solvencia contrastada. Ya sea cine negro (“El cartero siempre llama dos veces”, de Bob Rafelson, “Fuego en el cuerpo”,...), thriller (“Instinto Básico”) o incluso un buen drama (“Herida”). La cuestión es que logren ponernos cardíacos a base de amores furtivos, mujeres fatales y polvos salvajes.
(sigo en spoiler por falta de espacio)
Yo partiría de la base que este tipo de cine, como género, es prácticamente inexistente. Basta con echarle un vistazo a los epígrafes que esta misma página asigna a pelis presuntamente ‘eróticas’. Como podremos constatar, lo más habitual es que el término ‘erótico’ vaya asociado o subordinado a otro que precise con mayor rigor el verdadero género de una determinada película: thriller erótico, drama erótico,... ¿Significa eso que no existen pelis pura y genuinamente eróticas? Falso. Rotundamente, falso. Las hay, por supuesto. Lo que ocurre es que su dudosa calidad y su irrisoria trascendencia cinematográfica han malogrado inexorablemente su pretendida eclosión -digamos- artística. Y si no, fijémonos en la nota media de pelis indiscutiblemente eróticas: “Emmanuelle” (5,1), “Los burdeles de Páprika” (4,7), “Las edades de Lulú” (5,0). Todas ellas, obras de acreditados erotómanos (Jaeckin, Brass y Luna, respectivamente). Pero ninguna de ellas sobrepasa las 7 estrellas. Significativo ¿no? Mi conclusión, por consiguiente, es clara. Clarísima. A los cinéfilos de pro no les gusta el cine erótico. Les gusta el erotismo. Ya sea desde una perspectiva eminentemente cultureta (“Belle de jour”, “Eyes wide shut”) o desde la convicción de que, si bien el erotismo por sí solo puede resultar hasta tedioso, el componente erótico -bien administrado- constituye un ingrediente ideal para géneros de solvencia contrastada. Ya sea cine negro (“El cartero siempre llama dos veces”, de Bob Rafelson, “Fuego en el cuerpo”,...), thriller (“Instinto Básico”) o incluso un buen drama (“Herida”). La cuestión es que logren ponernos cardíacos a base de amores furtivos, mujeres fatales y polvos salvajes.
(sigo en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ah, ¿Y eso es todo? Pues, no. No todo acaba ahí. El erotismo es un concepto demasiado complejo para acotarlo de forma tan sencilla. Así pues, dejando al margen el porno de ‘arte y ensayo’ (“Garganta profunda”, “Devil in Mrs. Jones”), las pelis S, los bodrietes jolibudienses (“Acoso”, “Striptease”) y las anteriormente citadas, el cinéfilo de pro suele decantarse por pelis como la que hoy nos ocupa, “Secretary”. Pelis cuyo componente sexual no es el más convencional (en este caso, el sadomasoquismo) pero que, aún así, figuran en las más prestigiosas listas del mejor cine ‘erótico’ del s. XXI. Pues bien, a mi esta peli –desde una perspectiva pura y llanamente voluptuosa- no me ‘ha puesto’ nada. Pero nada de nada. Será todo lo independiente y original que queráis. Habrá ganado todos los Sundances que os dé la gana. Contará con unas interpretaciones acojonantes (Maggie Gyllenhaal y James Spader están tremendos, no digo que no). Pero a mi no me ‘ha entusiasmado’ nada. Ni intelectual ni sensualmente. En primer lugar porque la Gyllenhaal ésta es fea de cojones. En segundo lugar porque sus bragas de cuello alto desempalmarían al más salido. Y en tercer lugar porque no negaré que un par de cachetes en la nalgas en pleno acto amatorio animan lo suyo, por supuesto, pero eso de dejarle el culo como un tomate a tu pareja de baile sin consumar nada de nada... como que no. ¿Que soy aburrido? Tal vez sí. Tal vez mi concepción del sexo sea tópica y pedestre, pero me ‘pone’ mucho más un vulgar contoneo (véase los que se marcan Monica Bellucci en “Malena” o Maggie Cheung en “In the mood for love”) que una azotaina de padre y señor mío.
¿Que no soy un cinéfilo de pro? Pues, vale. Pero esta peli es el anticlímax hecho celuloide. Pocha, pocha, pocha.
¿Que no soy un cinéfilo de pro? Pues, vale. Pero esta peli es el anticlímax hecho celuloide. Pocha, pocha, pocha.