Haz click aquí para copiar la URL
Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
7
Cine negro. Intriga El detective Mike Hammer recoge en la carretera, en plena noche, a una muchacha que huye de un peligro mortal. Poco después son interceptados por los acosadores, unos despiadados matones que, tras torturar y matar a la muchacha y pegar una paliza al duro detective, les arrojan por un precipicio. Hammer logra salir indemne, y se dedicará a investigar este misterioso caso... (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2010
73 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
No quisiera pasar por el típico aguafiestas que se dedica a desmotivar cinéfilos por amor al arte pero me veo en la obligación de advertir, ante todo, que “Kiss me deadly” no es una peli cuyo guión pueda tomarse demasiado en serio. Y no sólo porque su desenlace sea digno de la más delirante y paranoica peli de ciencia ficción, sino porque todas las pistas que va siguiendo Mike Hammer (Ralph Meeker) a lo largo del film -a pesar de mantenernos considerablemente intrigados- dejan demasiados cabos sueltos y rozan, en muchos casos, el surrealismo puro y duro. Algo que, tratándose de una peli de cine negro de mediados de los 50 no deja de ser una atípica circunstancia únicamente justificable por el estado de relativa inquietud permanente que, hasta cierto punto, propiciaba la guerra fría.

Aún así, si somos capaces de liberarnos de las férreas tenazas de la verosimilitud argumental y conseguimos zambullirnos de lleno en ese turbio universo fuertemente impregnado de sexo, violencia y amoralidad que tanto la novela de Spillane como la peli de Aldrich nos proponen, disfrutaremos -sin lugar a dudas- de una de las joyas del cine negro de la serie B más interesantes de la historia del cine.

“Kiss me deadly” es, por consiguiente, una de esas pelis que merece la pena ser degustada –fundamentalmente- por los sentidos. Por eso mismo me gustaría hacer especial hincapié en ese amplio repertorio de recursos visuales (planos bajos, angulaciones insólitas, logrados claroscuros, cámara subjetiva) y sonoros (sobre todo esa música efusiva e intimidatoria) que emplea Aldrich para cogernos de la solapa, darnos un par de sopapos y obligarnos a acompañar al violento y antipático Hammer en su periplo investigador. Un periplo al que ningún adepto al género podrá ni querrá negarse. Seguro.
Taylor
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow