Hay dos modelos de películas que al cine británico se le dan particularmente bien: la comedia social protagonizada por desempleados, viejecitas o marginados de buen corazón viviendo una aventura simpática y el cine de época, la recreación episodios de cualquier momento histórico, ya sea cromwelliano, victoriano o de entreguerras. Con el primero pega algún patinazo ocasional, pero en el segundo es prácticamente infalible y rara vez baja del siete.

Un ejemplo es esta “Sufragistas”. Sin apenas esfuerzo, como si no costara movilizar multitudes vestidas a la moda de principios de siglo XX y ubicarlas en localizaciones que van desde lo callejero hasta lo palaciego pasando por fábricas recién indistrializadas, la película nos sumerge en el Londres de poco antes de la I Guerra Mundial, introduciendo al espectador en el movimiento sufragista, la semilla del feminismo sincero y esencial que peleó durante muchos años por la igualdad real de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. La película pone el foco en los primeros años, cuando sus reivindicaciones se centraban en lograr un derecho fundamental como era el del voto femenino y escenifica las diferentes posturas de una lucha tan compleja en la que inevitablemente había toda clase de corrientes y opiniones, las que abogaban por reclamaciones pacíficas, las que defendían acciones violentas y las que proponían medidas intermedias para atraer la atención social.

La película logra integrar en menos de dos horas todo lo que hay que saber como introducción al sufragismos, los principales personajes, las corrientes dentro del movimiento, sus planes más representativos y sus actos más llamativos en una película intensa, pero con una sobriedad muy apropiada para transmitir la sensación de rigor que la película se merece. Muy probablemente, “Sufragistas” haya tenido que tomarse justificadas licencias para fusionar varios personajes reales en uno ficticio o adaptar la cronología de forma que cupiese en el metraje todo lo que quería contar. O bien hacer comprensible situaciones en las que no se podía permitir introducir tal contexto o referencia a tal acontecimiento. Pero todo en ella está impregnado de credibilidad y de que, en esencia, lo que cuenta pasó como lo cuenta o casi.

“Sufragistas” es, ante todo, interesante. Aparte está bien hecha, pero su principal activo es que cuenta cosas que todo el mundo debería conocer y con las que nadie normal podría estar en desacuerdo. Sirve de testimonio y de homenaje, pero también remueve conciencias y divulga empleando el lenguaje cinematográfico y entreteniendo. La vi hace años y me pregunté por qué no era una película de referencia en institutos o por qué no se emitía cada 8-M en las televisiones públicas (y en la privadas que presumen de igualdad). La respuesta es evidente: porque muestra mujeres ejemplares luchando y jugandose la vida (la profesional, la social y la otra) por derechos que NO tenían y puede sacar los colores al activismo sacacuartos en el que ha degenerado el movimiento en los últimos años.