En esta enésima revisión de la obra maestra de Julio Verne, Brendan Frasier tiene tanto encanto cómico como el cansino de Pablo Motos acatarrado, Anita Briem es tan guapa como insípida, la trama es casi una parodia de la novela, todos los problemas se resuelven casualmente en el último momento cuando todo parecía perdido, los principios de la Física dejan de tener aplicabilidad, la película tiene dos años pero los efectos digitales estaban obsoletos hace veinte… y sin embargo conserva un algo de esas novelas de Verne en las que la imaginación es la absoluta protagonista y nada es suficientemente descabellado, sin que la inteligencia de nadie se sienta ofendida.

De manera sinérgica, el resultado final es muy superior a la suma de las aportaciones individuales de interpretaciones+dirección+música+guión+efectos especiales y no provoca sonrojo. Se puede dejar tranquilamente al alcance de los niños sin miedo a que se vuelvan gilipollas, a que se llenen de piercings, a que se tiñan el pelo de verde o a que empiecen a decir “que te den” o “chúpamela” solo porque se lo han oído decir a un niñato protagonista que se supone que está en la onda. Y no sólo eso: es casi seguro que les gustará… y ¿por qué no soñar un poco más y pensar que alguno hasta se anime a echar un vistazo al libro (aunque sea la edición con dibujitos)?