Un reparto de primera, un guión de segunda, unos efectos especiales de tercera y una recreación histórica cuarta: esos son los mimbres con los que Edward Zwick, director de “El último samurái” o “Diamantes de Sangre” entreteje un intento de homenaje a los hermanos Bielski, una familia judía que lideró a un grupo de fugitivos por los bosques de Bielorrusia durante la Segunda Guerra Mundial.

Como intención, estupenda, chapeau… pero creo que unos héroes como los Bielski se merecían algo más que un telefilme con aspiraciones de película de guerra y es que sorprende que un director que se desenvuelve cómodo con superproducciones y grandes presupuestos no haya conseguido hacer de “Resistencia”, ya en pleno sigo XXI, algo más que una lista de schlinder con estética de “12 del patíbulo”: los aviones alemanes están hechos con técnicas digitales, los uniformes nazis son disfraces de chirigota gaditana, los campesinos van de pastores de navidad, los tiroteos son tracas valenciana y las bombas, petardos. En los tiempos que corren, esa dejadez en la ambientación es imperdonable y baja cuatro puntos el listón hasta permitirle aspirar tan sólo al 5 o al 6.

La historia, por su parte, también es simple y sin complicaciones, pero en este caso no chirría. Simplemente se trata de una sucesión de las anécdotas más relevantes (o más entretenidas desde un punto narrativo, según se mire) que vivieron los refugiados durante sus desventuras escapando de los nazis y los cazajudíos locales: peleas por el control de la banda, por el rumbo a seguir, por establecer una sociedad en plan Sherwood, acciones de sabotaje y peleas con los alemanes… No destaca por nada, pero tampoco hay nada que desentone. Zwick, experto en dejar que las películas fluyan por sí sólas interfiriendo lo menos posible (cuesta identificarle como director de películas bastante conocidas) deja que la propia historia hable por sí misma y, en cierto modo, los momentos emotivos enmascaren la cutrez (porque lo siento pero no tiene otro nombre) ambiental.

Interesante en el fondo pero infantil en la forma. Plagada de buenas intenciones, me gustaría ponerle más nota, pero no puedo olvidar esos combates ridículos típicos de miniserie francesa de Antena 3.