Siempre que veo una película de estas en las que unos niñatos se van a hacer actividades de riesgo (en este caso buceo extremo en cuevas angostas) y la cosa les sale rana, me viene a la cabeza la imagen de mi abuela diciendo una verdad como un tempo:
- «¿Sabes cómo no les pasarían estas cosas?»
- «¿Cómo, abuela?»
- «Coño, ¡pues si no se metieran en esos fregados!»
Y la buena mujer tiene toda la razón del mundo, por algo es la voz de la experiencia. Es que joder, anda que no hay sitios más bonitos y seguros para bucear sin estrecheces, viendo pececillos en algún atolón paradisíaco, que meterse en un cuchitril a pasarlo mal. Aunque también es verdad que sin inconscientes como esos el cine sería mucho más aburrido.

Lo que es la película, a mí no me gusta mucho este género de pasarlo mal… pero metidos en faena y puestos a pasar un mal rato, está bien hecha. No destaca por su originalidad, pero sí por su fotografía y ejecución. Sus principales activos son que James Camero vinculó su nombre a algún apartado técnico (producción, fotografía o algo) y un supuesto uso espectacular del 3D, en el momento en el que el 3D era algo revolucionario que estaba en su punto álgido (tras “Avatar”). Lo primero tiene mucho de simple cebo, aunque en mi caso funciona porque asocio su nombre a cosas interesantes con las que suelo conectar. De lo segundo no puedo opinar porque con el 3D me pasa como con la cosa esa de “El ojo mágico” (esas láminas mareantes llenas de colores y formas fractales en las que, presuntamente, si pones los ojos de no sé qué manera, se te aparece una figura), que no veo nunca una mierda. No sé si soy gilipollas o me pasa algo en los ojos, pero ni percibo el 3D ni encuentro las figuras.

En fin, lo dicho. La fotografía es competente y ofrece bellas y relajantes imágenes. De documental... hasta que empiezan a pasar las cosas esperables a un grupo de imprudentes que se meten en cuevas sumergidas en el culo del mundo. La factura es buena y el ritmo también, aunque hay bastante previsibilidad y sabes quién va a morir - y casi en qué momento y de qué manera - con bastante antelación.

Cuesta encontrarle fallos… pero tampoco destaca por nada que no sea lo puramente visual. Da la sensación de haberla visto antes. Y varias veces. Pero si por lo menos sirve para que la gente se lo piense dos veces antes de jugarse la vida en chuminadas, pues bien.