“Gnomeo y Julieta” está razonablemente bien hecha y destaca de entre los cientos de películas de animación del estilo por un juego de palabras bastante ingenioso en su nombre, de esos que entran por los ojos y animan a ver una película, y por tener unos protagonistas muy originales y que – personalmente – siempre me han hecho gracia: los enanos de jardín. O quizá mejor decir, en los tiempos de corrección político-lingüística que corren, las representaciones de escayola de personas de verticalidad reducida que adornan jardines de medio mundo.

Con la obra de Shakespeare como fondo, “Gnomeo y Julieta” trae aventuras entretenidas para los más pequeños, sketches afortunados de cierta gracia para adultos y niños y bastantes mensajes eco-friendly, gay-friendly y feminismo 2.0 que, sorprendentemente, están bien integrados en la historia y no constituyen el típico pegote moralista para presumir de progresismo. No destaca por su virtuosismo gráfico ni por revolucionar el mundo del renderizado, pero tampoco le hace falta para ofrecer un rato de diversión.

Para ser una película de animación, de las que ya estoy un poco cansado, está algo por encima de la media.