De verdad que cuesta entender la evolución de la saga REC. Jaume Balagueró dio realmente en el clavo con¬ la primera película con una historia de zombies y creíble pero, sobre todo, con un montaje impecable y novedoso, que se convertiría en un referente. Vale que la película no estaba exenta de ciertos defectos endémicos al cine español (histrionismo interpretativo, falta de definición final…) pero merecía entrar en la categoría de hito de nuestro cine. De hecho, los americanos pensaron que se merecía uno de sus remakes que plagian la película plano a plano porque, por alguna razón, el espectador americano no va al cine a ver una película ambientada en Barcelona con la desconocida Manuela Vallés de intérprete, pero sí paga por ver la misma película rodada en Los Ángeles y protagonizada por la desconocida Jennifer Carpenter.

Pero luego pasó una cosa rara. Salió una segunda parte (bueno, era de esperar) pero abandonando muchos de los principios filosóficos que hicieron triunfar el original. Se mantenía el característico montaje de que al espectador solo se le ofrece lo que alguien “ha grabado” en la película, pero la historia estaba más diluida con más acción que tensión, mucho relleno fruto de las prisas y había una deriva hacia lo paranormal que provocaba cierta sensación de trama forzada. Todo eso, unido a que Paco Plaza aparecía como coautor, daba pie a la especulación de que tal vez Balagueró estaba alejándose de su creación. O que lo estaban alejando.

“REC3” no es un paso más en la degeneración, sino el tocar fondo de la saga. Ya sin Balagueró en los créditos, Paco Plaza hace saltar por los aires los cimientos de la saga, luego la destroza todo lo que puede y finalmente se mea encima de los restos de lo que un día fue una película de terror con la credibilidad como punto fuerte. El por qué le han dejado hacer esto con una saga de éxito es algo que no entiendo. Puede que tal vez han querido romper con el pasado para volver con más fuerza o simplemente que Paco Plaza es un hortera incompetente, cualquiera sabe, pero por el camino le ha quedado una obra de difícil digestión. “REC3” empieza como otra pieza más de la saga (¿homenaje al maestro?) pero a la media hora Plaza se olvida del dogma REC de mostrar únicamente imágenes grabadas durante la trama, lo que saca la película de la saga, y la convierte en una mala película de miedo, una cutre película de zombies o una aburrida comedia gore, como se mire. Mal dirigida, mal organizada y mal interpretada (y muy mal doblada al castellano), no hay por donde cogerla. Ni en serio ni en broma, ni de risa ni de terror, una especie de parodia de no se sabe bien qué. El único que salió ganando tuvo que ser Balagueró aliviado de que no salga su nombre vinculado a este pestiño.