“Su mejor amiga” pertenece al trillado género de relaciones (amistosas, laborales o románticas) que empiezan bien, con protagonistas de apariencia normal, pero acaban como el rosario de la aurora cuando una de las partes se revela como un zumbado o una zumbada. Generalmente, por suerte, en la vida real estas cosas se ven venir y viendo las marcas de yonki del aspirante a compañero de piso, los comentarios de liberado sindical del solicitante de puesto de trabajo o el perfil de IG de tu cita a ciegas ya sabes lo que se te viene encima y puedes tomar medidas, pero películas como esta dan un poco de vidilla camuflando a psicópatas con rostros angelicales en busca del conflicto y la sorpresa.

Consciente de que la película no va a destacar por su originalidad ni su innovación, “Su mejor amiga” juega sus bazas usando a dos jovencitas de buen ver como protagonistas antes de soltar toda su retahíla de tópicos y clichés sin un mínimo atisbo de personalidad. Estoy casi seguro de que casi todas las escenas tienen un equivalente en películas previas similares y, la verdad, todo lo que las muchachas tienen de atractivo lo tienen de sosas . Tampoco es que nadie pudiese pretender que una película dirigida por un señor con un nombre tan invent como Christian Christiansen (sí, claro ¿y segundo apellido Christianson?) fuese a aportar algo nuevo: si el pollo no se ha tomado la molestia de currarse un pseudónimo más creíble, cómo quiere convencernos de que ha intentado hacer un mínimo esfuerzo por lograr algo decente con esta “Su mejor amiga”. Aún así hay que reconocerle el instinto o la astucia de atraer al público juvenil con el reclamo de juntar a dos pibones muy de moda en aquel momento, Leighton Mesteer y Minka Kelly, hacerlas compartir piso y dejar entrever que, posiblemente, dado que habría confianza, irían fresquitas por la casa con la ropa mínima o ni eso. La jugada le salió maestra: colocó un truño como este en el número 1 de la taquilla USA, cosa de la que pocos directores pueden presumir y, tarde o temprano, siempre hay incautos como yo que por una razón u otra terminamos viéndola. Ya estáis avisados: si podéis evitarla, hacedlo. Hay mil formas mejores en las que gastar hora y media.