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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
6
Thriller Simon (James McAvoy), un empleado de una casa de subastas, se asocia con una banda criminal para robar una valiosa obra de arte. Pero, tras recibir un golpe en la cabeza durante el atraco, descubre, al despertarse, que no recuerda dónde ha escondido el cuadro. Cuando ni las amenazas ni la tortura física logran arrancarle respuesta alguna, el líder de la banda (Vincent Cassel) contrata a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson) para que le ayude a recordar. (FILMAFFINITY) [+]
14 de noviembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso de películas de intriga o suspense que juegan con el espectador haciéndoles pensar que fulanito o menganita son buenos o malos pero resultando que al final no lo eran, no es nuevo, es un recurso bastante utilizado a lo largo de gran parte de la historia del cine. La novedad, aunque cada vez lo es menos, viene de guionistas o directores atrevidos que lo llevan al extremo y hacen el giro final con el propio protagonista, al que leyes no escritas del cine dan por hecho que, a no ser que se indique explícitamente desde el principio, debe ser ‘el bueno’ para que el espectador pueda identificarse y empatizar con él, viviendo la historia desde su punto de vista.

Con todo, la jugada es más arriesgada de lo que parece, por eso es un recurso que no se solía utilizar hasta ahora, cuando las nuevas necesidades de alimentar los catálogos de las plataformas de streaming, ha disparado la demanda, bajado los listones relacionados con la calidad y permitido una sensación de impunidad para los creadores de contenidos que piensan que merece la pena arriesgar. El éxito de la fórmula suele venir de hasta qué punto de engañado se sienta el espectador. Si se hace bien, asegurando la complicidad con el público, el resultado puede dar hasta sensación de originalidad. Si se hace mal, a lo bruto, el espectador suele terminar cabreado, sintiéndose engañado por haber jugado con él o con mal cuerpo, pensando que ha estado hora y pico de película identificándose con un asesino (o similar).

“En trance” es una película de atracos y ladrones de arte, de estafas y traiciones, de amnesias y laberintos mentales, en la que nada es lo que parece y está por ver que cada uno sea quien dice ser. Su director, Danny Boyle, no tiene nada que demostrar a estas alturas con experimentos raros y ejecuta una película sobria, pero de continuos cambios de rumbo (muchos de ellos inteligentes y sorprendentes) en la que se debe poner en valor que esté hecha en un año 2014 donde arriesgarse a fracasar comercialmente tenía sus consecuencias. Honesto como pocos, antes de cada sorpresa, Boyle desliza las pistas necesarias para su solución si se está lo suficientemente atento. Del mismo modo, los personajes no cambian de rol o de moralidad sin más, sino que el guion se asegura de hacer revelaciones con antelación que den al espectador la oportunidad de anticiparse al giro y que no parezca una conveniencia argumental.

Película con un gran acabado estético que la hace muy agradable de ver, con el ritmo correcto para escenificar la gran cantidad de cosas que componen la trama mientras mantiene la intriga hasta el final. Ni desenfrenado (aunque no falta acción), ni muy lento que induzca el sueño: el justo para generar picos de tensión y luego rebajar el estrés sin caer en el aburrimiento. Boyle consigue contar una historia compleja sin saturar al espectador ni resultar confusa, otra cosa es que genere deliberadamente cierta confusión para manipular al público con elegancia y conducirle primero en una dirección y luego en otra. También hace un gran trabajo con su sofisticado encaje final de las piezas que, lo normal, es que provoque la sorpresa prevista, que el espectador simpatice con ella y que considere que el final no podía haber sido otro.
OsitoF
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