Creo que ya he contado alguna vez que me tocó trabajar un tiempo para una compañía irlandesa (a veces en Dublín, a veces en remoto) y que el sitio me parecía encantador y la gente muy maja, aunque nunca llegué a entender su sentido del humor. Bueno, el sentido del humor sí: hacer un chiste era contar cualquier cosa y terminar con cara de risa desencajada tipo hermano Calatrava feo que, si bien convertía todos los gags en predecibles y repetitivos, venía muy bien para los que, como yo, no somos C2 de bilingüismo y permitía generar la risa de cortesía en el momento oportuno. Mis problemas, para ser exactos, venían con la ironía, de modo que cuando te tocaba con la típica persona que hablaba permanentemente con el modo sarcasmo activo y con la que saber si hablaba en serio o en broma, reirse o no reírse, se convertía en una ruleta rusa más allá de que realmente hubieses llegado a entender lo que te contaban.

Con el cine irlandés encuentro ciertos paralelismos y, para mi desgracia, John Michael McDonach, que dirige esta “El irlandés” es de los irlandeses de naturaleza irónica que, como es normal, imprime esa forma de ser a sus obras que la vuelven poco comprensible. Mejor dicho, no es incomprensible, porque “El irlandés” se entiende perfectamente, pero me resulta inexplicable. Después de hora y media, la cosa termina y no sé si me han contado una comedia o un drama, si he visto un thriller de acción o una buddy movie. No entiendo el propósito, no sé si quería hacerme pasar simplemente un buen rato o tenerme pegado a la butaca. Pero, sobre todo, no sé si la peli iba en serio o fue todo simplemente una gamberrada para pasar el rato con un Torrente irish entre tiroteos random y canciones folk.

Y sí, la película me gusta. Me gusta Brendan Gleeson, me gusta el montón de caras conocidas del reparto, me gusta su ritmo, su encantador entorno y lo imprevisible de su argumento, pero me deja un poco decepcionado ese tono banal del conjunto de la producción y su final abrupto, algo precipitado y poco convincente que refuerza la sensación de falta de seriedad. Me deja buenas sensaciones generales, pero encontradas, en línea con mi falta de sintonía con la ironía irlandesa… así que a, su modo, es posible que hasta sea coherente.