Película de acción “a la francesa” que no escatima en tiros, persecuciones y peleas de toda clase con una factura técnica que no tiene nada que envidiar a Hollywood, pero un poco más exagerada en algunos aspectos que le confiere esa personalidad o identidad propias como para creernos que pueda haber, en estos tiempos, unidades policiales de macarras que creen que el fin justifica los medios como para saltarse alguna norma de vez en cuando, disparar en calles abarrotadas o apretar las tuercas a sospechosos que tropiezan y se lastiman sin querer con todas las puertas a su alcance. O, cuando menos, para que no parezca ciencia-ficción, a lo que ayuda bastante la presencia al frente del tinglado de Jean Reno, tipo duro convincente donde los haya y la inteligencia de traer al guion a unos villanos aún más brutales ante los que cualquier espectador considera razonable no aplicar las garantías judiciales. ¿Habeas corpus? ¿In dubio pro reo? Sí, hombre… y Petrificus Totalis, ya puestos. Nada, nada, dispara primero y léeles los derechos después.

A pesar de sus buenas intenciones y de tratar de resultar moderada y contenida en un paradigma gobernado por los conceptos de Luc Besson donde todo vale y nada es demasiado, “Escuadrón de élite” se queda algo corta en lo argumental, algo simple y conocida. La investigación sigue un curso previsible, los crímenes no son particularmente sofisticados y las ocasionales escenas de acción no compensan los convencionalismos que rellenan el tiempo entre ellas. Ni fú, ni fá; ni frío ni calor. No pasa nada por verla, por no verla o por verla a ratos.