Adam Sandler os dirá que le sigáis el rollo; os lo pedirá e incluso os los suplicará... por Dios, no lo hagáis: sólo quiere haceros perder una hora y media de vuestra valiosa vida. Da igual que seais ingenieros, fruteros, botijeros o gigolós (de primera categoría, segunda o quinta): vuestro tiempo es demasiado valioso para este truño. En realidad, me atrevería a decir que es demasiado valioso para casi cualquier película en la que salga el amigo Sandler, lo cual representa un caso digno de estudio, porque el tío va a “El Hormiguero” con Jennifer Anniston y tienen gracia y química, una chispa que está fuera del alcance de muchos otros actores (mejores actores, incluso) que no se desenvuelven tan bien fuera de la gran pantalla, pero es ponerle delante de la cámara y tiene tanta gracia como Camilo Sexto con catarro, encorsetado, haciendo siempre los mismos chascarrillos que pueden tener gracia en una entrevista pero no dentro de una película.

Y claro, ya si no nos gusta el caldo y encima le ponemos a dirigir una película con un guión adaptado por él… pues tenemos siete tazas de Adam Sandler hasta en la sopa, dentro de una historia tremenda: Adam Sandler es un cirujano mujeriego con éxito (no me jodáis que no es ciencia-ficción) que, según la sinopsis “se enamora de una mujer más joven que él y contrata a su asistente para que se haga pasar por su ex-esposa con el objeto de encubrir una inocente mentira”. Si os digo que la chica joven es una despampanante rubia que hace de sosa y la asistente es Jennifer Anniston, ¿duda alguien de cuál será el desarrollo y el desenlace?

Los diálogos son tan finos como los de “Austin Powers” pero sin ninguna clase de gracia y peor gusto. Se ríen DE (ojo, nada de reirse CON), insisto: se ríen DE los feos, los gordos, los moribundos y, si la película dura 15 minutos más seguro que también de los enfermos de SIDA y los discapacitados. Y por supuesto, si es posible, con todas las connotaciones fálicas que se pueda. Dudo mucho que cuando estaba en el colegio haya oido formas más groseras, infantiles y vulgares de referirse al pene. Que si “el pepino me viene al dedillo”, que si “el espaghetti quiere que le pongas la salsa”, que si “mi cosita se está animando”:.. Y ese es toda la propuesta humorística de Adam Sandler. Bueno, no es toda: también hay chistes racistas y algún que otro punto realmente simpático que se pierde en medio de la repulsividad general.

Me ahorro los comentarios sobre la presencia de Nicole Kidman. Sus diálogos con Anniston son de los pocos que no caen en la chabacanería, pero creo que los anuncios que protagoniza sobre Tónicas y perfumes tienen más sustancia que lo que le obligan a interpretar en esta cosa.

Difícil encontrar tres momentos divertidos en cien minutos y más difícil encontrar uno divertido que no caiga en lo escatológico. Nivel de truño: debí elegir “Spanish Movie”.