“AfterLife” (o “Más allá de la muerte” como he visto en otros sitios) es un thriller con notas de terror sobrenatural con alguna cosilla interesante que deja con la sensación de que alguien con las ideas más claras hubiera podido sacar algo mejor de un reparto con nombres importantes y un par de ideas con potencial. A mi entender, la película logra su objetivo de captar la atención del espectador e introducirlo en una trama, por momentos axfisiante, de limbos e incertidumbres tras la muerte o en el umbral de la misma. Consigue crear la atmósfera apropiada para clavar un par de sustos escalofriantes a la par de elegantes, usando sólo la escenografía y el guion, evitando los trucos baratos de luces o volumen sonoro.

Sin embargo, el conjunto adolece de una dramática carencia de química entre los protagonistas, fundamentalmente porque Liam Neesom y Justin Long son actores de un sólo registro (cada uno el siuyo, en el que funcionan bien) pero que no encajan en lo que pide la película. Sus interpretaciones pueden considerarse competentes, pero van justitas para lo que pide la obra. Además, tanto ellos como una Christina Ricci algo más cómoda, interpretan en frecuencias totalmente distintas que no sintonizan unas con otras. Siendo como soy un aficionado amateur al cine al que le suele bastar con que los actores vocalicen mínimamente y no reciten mirando a cámara, sí que es de las pocas veces que no he percibido la complicidad mínima exigible a un reparto.

Y tampoco es que el argumento ayude. Si bien la introducción y parte del nudo están trabajados y conservan el interés inicial despertado, la película va perdiendo poco a poco el fuelle girando en torno a la afortunada idea inicial, primero con cierta sorpresa agradable, luego tratando de exprimirla y, finalmente, girando por girar, estirando la trama con todos los tópicos que llevaba evitando y rehuyendo tomar una decisión a la hora de llegar al desenlace, sabiendo que la película sólo admite dos opciones excluyentes de las que, elijas la que elijas, gustará a la mitad del público y dejará con mal cuerpo a la otra mitad. Aquí, “AfterLife” toma la peor de las decisiones, la calle del medio, en un final que lo normal es que no guste a nadie: a unos por unas razones, a otros por otras y a todos por deprimente indiferencia.

Una lástima la verdad. Se ven maneras y buenas ideas, pero quizá faltó experiencia o buena asesoría para llegar a algo mejor.