Mateo Gil vuelve a firmar una de esas películas con dirección y producción española que tienen un reparto internacional y una factura de Hollywood. No lo digo por nada, en lo que se refiere a arte y entretenimiento a mí me dan igual las banderas y sólo me importan los resultados y el entretenimiento, pero quizá ayude a evitar sorpresas y hacer ver a alguien que lo que se va a encontrar en esta “Proyecto Lázaro” puede no ser lo que te esperas cuando te hablan de cine español. Si bien en el argumento podemos reconocer ideas y conceptos propios de nuestro cine así como en la forma de desarrollarlos (no en vano Mateo Gil ha sido coguionista de películas de Amenábar), la fotografía, la ambientación y la atmósfera general es la que encontrarías en cualquier película americana o inglesa.

De entrada pinta bien. “Proyecto Lázaro” descansa sobre la controversia en torno al debate sobre la criogenización en términos éticos, pero tocando también la dimensión familiar y humana. La ejecución técnica nos lleva a un mundo de salas estériles y futuristas laboratorios ultratecnológicos bastante creíble y que da soporte científico al argumento y, para evitar saturar con demasiada intensidad moral, Gil introduce varios giros marca de la casa que, muy probablemente, Amenábar no hubiese dudado en incluir en alguna de sus película.

Sin embargo, a pesar de que todo lo que vemos es más que correcto y, sobre el papel, interesante, la película se hace pesada y lenta. Correosa. Llena de interminables discursos que, cuando los masticas, ves que no terminan diciendo gran cosa y son, en muchas ocasiones, redundantes ya que referencian a conceptos que estaban más que explicados con el buen despliegue visual de la película y se podían concretar en una simple frase. Pero, sobre todo, hay muchas situaciones y comportamientos que cuesta aceptar y que sólo se entienden como una manera de forzar situaciones y conflictos a través de personajes instrumentales que hacen de una especie de abogados del diablo involuntarios.

“Proyecto Lázaro” tiene un pase como una historia de ciencia ficción bien contada, incluso como un drama romántico. Pero creo que no logra atraer al espectador a unos debates planteados en unos términos excesivamente maniqueos para juzgar situaciones llenas de grises, extremadamente personales y en las que no creo que exista un posicionamiento en clave de bueno o malo. Me gusta lo que me enseña la pantalla, pero a ratos me deja indiferente y a ratos me chirría.