Salvo excepciones, no suelo hacer mucho caso a los prólogos de los libros y, generalmente, los leo rápidamente en diagonal buscando a ver si contiene algo que perciba como un prerrequisito para entender luego el meollo del libro. Sin embargo, el de la recomendable “Troya”, de Gisbert Haefs, era cortito, captó mi atención y me hizo reflexionar. Realmente, era un texto parafraseado de Jorge Luis Borges que viene a decir que, realmente, todo se reduce a cuatro historias: la de una ciudad asediada (la “Ilíada”, obviamente), la de un regreso contra las adversidades (la “Odisea”, la de una búsqueda (“Jasón y los argonautas”) y la de un sacrificio ante un dios (casi todas las religiones tienen un ejemplo de eso). Desde entonces, tiendo a buscar referencias a esas obras en cine y literatura y es muy raro que no aparezcan rápidamente y de manera bastante obvia. De hecho, las novelas o películas que suelen considerarse revolucionarias o novedosas suelen ser aquellas donde esos elementos no están manifiestamente a la vista y han trabajado en ocultarlas o camuflarlas.

“Un amor entre dos mundos” es de esas películas que te trasladan a una historia tan rebosante de imaginación, a un colorido tan lleno de vida y a una fantasía tan poética que hace pensar en que, con independencia del criterio de Borges (que en términos matemáticos es lo que se consideraría la ‘base canónica de un espacio vectorial’ aplicada a la narrativa) estamos ante una reinvención del cine romántico o, como mínimo, como una película que ha encontrado un resquicio entre tanto topicazo hasta alcanzar un lugar no explorado hasta la fecha en géneros como el drama o el romance.

Y es que la frontera entre lo original y lo estrafalario es, muchas veces, difusa, pero “Un amor entre dos mundos” recorre su camino con paso firme planteando una peli de aventuras con toques de drama por aquí, humor por allá y romance inteligente que es difícil que, como mínimo, no despierte la curiosidad del más gruñón, le active la imaginación y le lleve al universo que propone. Y todo con un impresionante despliegue técnico para trasladar todo lo imaginativo que tiene la historia a un formato complicado como es la pantalla en una realización apropiadamente onírica y colorista.

Incluso, por una vez, su protagonista, el sieso Jim Sturgess, está a la altura del papel. Francamente, me gusta todo de “Un amor entre dos mundos” y no le saco ningún defecto serio. Te puede gustar más o menos este cine, te puede gustar más o menos la ciencia ficción, pero cuesta no engancharse a una propuesta tan original y vencer la curiosidad de ver qué pasa a continuación. Me recuerda un poco a "Stardust", que empiezas viendola con un poco de pereza y luego te da pena que termine. No decepciona.