“Flipped” es de esas películas que no llaman la atención por fuera y si de su sinopsis, su tráiler o sus reseñas dependiera, jamás consideraría verla. Sólo en su reparto, con una nada desdeñable cantidad de nombres que en su día gozaron de su momento de gloria, hay algún prometedor destello que incita a su visionado. Pero el caso es que, cuando por una conjunción de circunstancias, terminas viéndola, acabas con esa peculiar sensación del que ha disfrutado de una joya oculta, puede que a lo mejor no en lo técnico, pero sí en lo emocional. La típica película que te deja con buen cuerpo, de buen humor y recomiendas a tu grupo de amigos, generalmente con escaso éxito… hasta que alguien te hace caso y coincide con las mismas sensaciones.

No hay mucho que decir, más allá de recomendarla, preferiblemente sin prejuicios ni expectativas, simplemente verla. “Flipped” no es una historia novedosa, ni llamativa, pero toca muchas teclas en lo anímico. Imposible no reconocer en la película experiencias personales pertenecientes a un momento vital, la adolescencia, del que a ciertas edades sólo recordamos las anécdotas y no los sentimientos. “Flipped” no sólo trae a colación experiencias positivas y negativas, sino las experiencias que pudieron ser y no fueron y la desazón por las oportunidades perdidas. Tanto en lo que se refiere a los primeros amores como en lo familiar.

Pocas películas pueden presumir de conmover desde el optimismo y la naturalidad. Esta es una de ellas. Una detectora de psicópatas.