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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
5
Bélico Lyudmila Pavlichenko es una joven estudiante rusa que, durante la guerra, se vio obligada a alistarse en el ejército en el año 1941. La chica resultó ser una francotirador nata; su impresionante habilidad y destreza la hacen destacar entre hombres y mujeres por igual. Al ver en Pavlichenko una amenaza tangible, el alto mando alemán da ordenes de eliminar a la muchacha a cualquier precio.
27 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine ruso, ucraniano y ex-soviético en general me resulta siempre impactante ese extraño estado de sobreexcitación en el que siempre parecen vivir sus protagonistas. Me recuerda a esas películas francesas e italianas del siglo pasado donde los personajes hablaban apresuradamente mientras agitaban teatral y ostensiblemente brazos y manos sin estarse quietos ni un momento. Supongo que visto con ojos occidentales, es fácil confundir esa especie de agitación histérica que aqueja los intérpretes con una forma de sobractuación como otra cualquiera, pero probablemente sea un factor cultural y que en esa parte del mundo no se espera del cine que sea un reflejo de la realidad, sino una especie de teatro evolucionado, no limitado a cuatro paredes, en el que gusta que los actores declamen sus frases con cierta solemnidad y efectismo.

El concepto es extrapolable al cine de acción en general y bélico en particular, donde prima el mensaje y el espectáculo sobre el rigor y el realismo. “La batalla por Sebastopol” es la historia, con enfoque, de homenaje de Lyudmila Pavlichenko, francotiradora y varias veces heroína de la Unión Soviética durante la Gran Guerra Patriótica (la II Guerra Mundial). Así, con evidentes licencias que la película no se molesta en esconder ni disimular, asistimos a la lucha de Lyudmila por hacerse una carrera militar frente a la oposición de un mundo machista que trata por todos los medios de boicotear sus aspiraciones y encasillarla en roles típicos de mujeres de la época: ama de casa, trabajadora no cualificada o enfermera. Para ello, al describir sus experiencias como civil y sus primeros pasos en la rama militar, con evidente afán propagandista y reivindicativo, la película se inventa o exagera situaciones en las que Lyudmila emplea toda su firmeza y persuasión para no dejarse seducir por los hombres y mujeres de su entorno de su entorno, que tratan de alejarla de carrera militar ni, una vez en el ejército, dejarse achantar por oficiales cortos de miras que esperan de ella destinos de retaguardia.

Luego entramos en la parte bélica de “La batalla por Sebastopol”, que es similar a otras películas rusas de guerra, con abundancia de escenas de acción, uso indiscriminado de material pirotécnico, buena ambientación en cuanto a vehículos y vestuario (con lo que son los rusos que lo guardan todo, deben de tener toneladas de equipo de época) y ninguna clase de preparación táctica de las escenas: rusos a un lado, alemanes al otro y, ale, todos a embestirse y a morir cuando toque. Vistoso, sí. Espectacular, en cierto modo, también. Pero es una concepción de la acción trasnochada, pre-Ryan, válida para hace veinte o treinta años, pero queda infantil, ingenua e irreal en el cine de hoy, donde se exige preparar con mimo las coreografías de las escenas para que queden realistas. En el cine ruso en general y en “La batalla por Sebastopol” en particular, los rusos buenos nunca son alcanzados por las balas de los nazis malos (que siempre impactan un par de centímetros arriba o abajo de sus cabezas) mientras que no necesitan apuntar para matar alemanes que no están ni a tiro, lo cual le viene fenomenal a nuestra Lyudmilla que ha decidido hacerse francotiradora y acaba con todos los alemanes que se le ponen por delante (o que se ponen ellos solos delante de su mira tomando toda clase de decisiones poco inteligentes). Y todo mientras se reivindica una y otra vez frente a unos superiores de mira estrecha que no están convencidos de que el sitio de la mujer sea el frente.

En la película hay que valorar la labor de visibilización de la mujer soviética durante la GM2, que en el fondo también viene a ser el reconocimiento al trabajo de la mujer en general en las fuerzas armadas de cualquier época… Aunque hay que decir que, quizás, de todos los ejércitos de la época, el soviético es el que menos deudas tiene con sus soldados mujer, ya que, precisamente, la URSS fue de los pocos países que, por necesidad o convicción, dejó a las mujeres participar activamente en los combates del frente como tiradoras, pilotos o artilleras. Y su propaganda nunca las ocultó, antes bien realizó grandes campañas de publicidad y reconocimiento para favorecer alistamientos y demostrar la superioridad de la sociedad igualitaria comunista. Dentro de esa perspectiva propagandista, “La batalla por Sebastopol” pone en valor la figura de Pavlichenko adornándola lo que haga falta para que el público (sobre todo el de localizaciones ex-soviéticas) no se aburra.

En general, interesante aunque poco rigurosa porque lo importante es que la homenajeada quede bien en pantalla y porque el cine eslavo aún no ha dado con la fórmula de hacer cine bélico que quede interesante a ojos occidentales. Recomendable buscar luego información menos sesgada sobre los incuestionables logros de Pavlichenko en internet.
OsitoF
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