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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
5
Drama. Thriller Dorian Gray (Ben Barnes) es un joven aristócrata muy atractivo que, después de haber pasado una solitaria adolescencia en el campo, regresa a Londres, donde ha heredado una mansión. Atraído por la vida nocturna, se sumerge en ella de la mano de Lord Henry Wottom (Colin Firth), que lo conduce a los antros más recónditos y sórdidos de la ciudad. Al joven le fascina el estilo de vida decadente y amoral de Wotton. Por otra parte, su ... [+]
16 de junio de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es complicado cagarla cuando haces una película basada en una obra maestra, pero casi lo consiguen. No a nivel técnico y ambiental, donde la película nos sumerge plenamente en el Londres victoriano y ni siquiera a nivel de ritmo y dirección, con una lobreguez de corte teatral y un equilibrio entre el revisionismo actualizador (por referirme de una forma elegante a esa manía de muchos directores/productores de dar un “aire de hoy” a los “clásicos de siempre”) y el respeto al original de con la que seguro que se sentirán cómodos los más puristas expertos de Wilde.

Sin embargo, en cualquier adaptación literaria o teatral (desde Homero a Shakespeare; desde Lope hasta Goethe) la parte técnica que “El retrato de Dorian Grey” supera con nota queda siempre en segundo plano porque lo que marca la película son las interpretaciones. Y aquí es donde la cosa cojea. Collin Firth es uno de los mejores actores de hoy en día, con una solvencia fuera de toda duda y hace suyo un personaje cargado de matices y evolución. También Rebecca Hall tiene un papel breve pero difícil e intenso. Sin embargo la elección de un extraño e ineficaz Ben Chaplin y sobre todo de un vulgar Ben Barnes lastran una película que podría haber estado llamada a cotas más altas y se queda tan solo en “bueno, la puedo ver si no hay nada mejor en la tele”.

No me quiero ensañar con Ben Barnes (por una vez lo digo en serio). El muchacho es voluntarioso y parece buena gente, de los que ayudan a cruzar la calle a los viejecillos, pero creo que (ojalá me equivoque) el príncipe Caspián representa una cota interpretativa en su carrera. El mal es atractivo, es seductor, es fuego, es una idea en sí mismo… y Ben Barnes tan solo es atractivo; a duras penas podría seducir a señoras mayores no demasiado exigentes y desde luego no imprime carácter ni personalidad. Poner sonrisas de niño bueno al principio, cara de palo en medio y gritar desfigurando tu cara al final no es suficiente (y lo peor es que él lo sabe) para convencer de la evolución de un personaje que se come vivo al pobre Barnes.

Insisto en que no quiero hacer leña del Barnes caído, pero se han empeñado en hacer de él la imagen, el abanderado, el santo y seña de esta película… y al final ha sido el lastre que la hunde en la vulgaridad.
OsitoF
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