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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
6
Comedia. Intriga California, año 1970. A Doc Sportello, un peculiar detective privado de Los Ángeles, le pide ayuda su exmujer, una seductora "femme fatale" debido a la desaparición de su amante, un magnate inmobiliario que pretendía devolverle a la sociedad todo lo que había expoliado. Sportello se ve envuelto así en una una oscura trama, propia del cine negro. Adaptación de la novela homónima de Thomas Pynchon publicada en 2009. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día se ha perdido un poco la esencia del concepto ‘la magia del cine’ y se le suele atribuir, bajo ciertas corrientes cinematográficas, la connotación peyorativa del que falsea la realidad en pantalla para hacerla más agradable. Protagonistas simpáticos y atractivos, entornos limpios y coloridos, réplicas siempre ingeniosas, afortunadas coincidencias que conducen a finales felices… las típicas razones por los que la gente ha ido tradicionalmente al cine en busca de evadirse de la realidad y desconectar un rato han sido reemplazadas por un paradigma de exceso de realismo más acorde, supuestamente, con una sociedad más sensibilizada e inclusiva que demanda (o dicen demandar en ciertos foros) toda clase de diversidad en los repartos, tramas que reflejen la infelicidad de una parte del mundo y finales acordes. La taquilla, por lo general, pone a cada uno en su sitio pero los apóstoles del pesimismo se emperran en que lo que pasa es que el público no sabe lo que quiere, está idiotizado por el marketing de los grandes estudios y siempre termina pagando para que le muestren una realidad alternativa en lugar de darles el dinero a ellos. Como el relato lo imponen ellos hablan de que el público no paga por ‘la Cultura’.

“Puro vicio” no es una mala película. Al contrario, tiene una ejecución técnica extremadamente competente que reproduce con notable capacidad inmersiva la California de los años setenta en una trama detectivesca con todo el aire clásico del cine negro. Lo que pasa es que peca de un exceso de honestidad con la realidad que hace que la investigación se realice en una especie de primera persona extrema en la que el espectador sabe lo que sabe el protagonista, ignora lo que ignora el protagonista, cuando alguien le dice algo nunca sabe si es verdad o mentira y le acompaña dando palos de ciego por toda la ciudad en una odisea de confusión a la que cuesta seguir el ritmo cuando sólo ocasionalmente se arroja algo de luz sobre el punto en el que se encuentra la investigación. Ciertamente, como ejercicio de vivir una experiencia, “Puro vicio” lleva el cine a una nueva dimensión. El problema es que no todos los espectadores van a considerar que haya sido una experiencia satisfactoria o entretenida. Una dimensión que quieran visitar. Yo, sinceramente, pasé grandes trozos de película en la inopia y me iba poniendo al día en algún recap ocasional o cuando el protagonista otorgaba consideración de veracidad a un determinado conocimiento.

“Puro vicio” no es convencional y ni tiene gancho comercial ni lo quiere, pero tiene claro lo que quiere ser, lo ejecuta y al que le gusta, bien, y al que no, tan amigos. Se merece la oportunidad de intentar vivir su propuesta. Siempre he tenido claro que esa gente que se llena la boca con eso de que «yo es que soy muy directo» o «yo soy muy de decir las cosas a la cara» suelen ser unos maleducados o gente con problemas para entender a su entorno. La sociedad no está hecha para aceptar un cien por cien de verdad en el cien por cien de las interacciones el cien por cien del tiempo. Lo que viene siendo, traducido a las películas, La ‘magia del cine’ que hace que las producciones que la entienden y juegan según sus normas, triunfen y, las que no, no. Generalmente, hasta despotrican. “Puro vicio” tiene la virtud de elegir vivir ajena a esa magia, pero ser consecuente y aceptar el veredicto del público sin más.
OsitoF
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